Soy su jefe y ella está...

43 4 0
                                    

NARRA NAMJOON.

El suave sonido de las teclas llenaba el silencio de mi oficina, y aunque tenía papeles frente a mí, mi mirada se desviaba constantemente hacia ella. TN. La forma en que el brillo de la pantalla iluminaba su rostro mientras concentraba su atención en el trabajo... se veía tan tranquila, tan serena. Algo en ella siempre lograba desarmarme. Me encontré observándola más de lo necesario, sin poder apartar la vista, hasta que un calor incómodo se apoderó de mis mejillas.

¿Qué diablos me pasa? Pensé, molesto conmigo mismo. No era la primera vez que me sorprendía mirándola así. A pesar de que llevaba trabajando conmigo dos años, siempre encontraba algo en ella que me descolocaba.

Me levanté de golpe, más rápido de lo que había previsto, y caminé hacia su escritorio. Tenía que hacer algo, cualquier cosa, para ocultar lo que acababa de pasar por mi cabeza.

- TN -dije, mi voz más dura de lo que pretendía- necesito que termines estos informes también antes de irte.

Ella levantó la vista, y por un segundo me sentí atrapado en sus ojos, pero rápidamente enmascaré cualquier rastro de debilidad con una expresión severa. Vi cómo sus labios se apretaban en una línea fina. No lo mostró de forma evidente, pero pude notar que estaba molesta. Ya era tarde, y yo lo sabía. Ella también lo sabía. Pero, como siempre, no me cuestionó.

- Claro, señor Kim -respondió con ese tono suave que siempre usaba. Sin embargo, esta vez pude ver cómo sus manos tensaban ligeramente los papeles que sostenía, y su mirada se endureció solo por un instante antes de volver a concentrarse en la pantalla.

Molesta. Ella estaba molesta, y con razón. ¿Y qué hacía yo? Le asignaba más trabajo innecesario, solo para mantenerla cerca. Era egoísta. Estúpido. Pero esa era la única forma que tenía de retenerla un poco más de tiempo en mi oficina.

- Asegúrate de no tardar -dije con voz grave, intentando sonar lo más exigente posible, aunque en el fondo sabía que no tenía ningún sentido seguir comportándome así. Me alejé antes de que pudiera decir algo más, regresando a mi escritorio, escuchando el sonido constante de sus dedos sobre el teclado.

El tiempo pasó, y la oficina se vació. Todos se habían ido, excepto nosotros dos. Y aunque ya era ridículamente tarde, TN seguía trabajando. Sabía que estaba cansada, pero aun así no se quejaba. No podía evitar sentir una punzada de culpa mezclada con admiración. Ella siempre lo hacía todo sin quejarse, incluso cuando era obvio que no era justo.

Estás siendo un idiota, Namjoon, me dije a mí mismo mientras pasaban las horas.

Me muevo un poco para ver mi reloj, casi media noche, alzo la mirada y veo como TN dormía profundamente sobre su escritorio, y por un instante, el tiempo pareció detenerse mientras me acercaba. Su rostro descansaba suavemente sobre sus brazos, y a pesar del agotamiento, se veía increíblemente linda. Demasiado linda. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, como siempre, y esos labios rosados, llenos, me hacían desear lo que sabía que no debía.

Me acerqué un poco más, incapaz de apartar la mirada. Cada parte de ella parecía perfecta, incluso cuando estaba cansada. Su cabello, normalmente tan ordenado, caía en ondas desiguales sobre su espalda, con algunos mechones enredados sobre su rostro. Mi mano, actuando casi por instinto, se movió para apartar uno de esos mechones que le cubrían la mejilla. Al rozar su piel suave, mi respiración se volvió pesada.

Y entonces, mis ojos volvieron a sus labios.

Eran tan rosados y tan... tentadores. No debería estar pensando en esto. Soy su jefe, y ella está dormida, indefensa. Pero había algo en esa calma, en su respiración regular, que me hizo inclinarme un poco más hacia ella. El deseo de acercarme, de sentir más de lo que debía, me estaba ganando. No podía apartar los ojos de su boca.

Antes de que pudiera detenerme, incliné la cabeza hacia abajo y rocé sus labios con los míos. Fue apenas un contacto, un beso tan suave que ella ni siquiera se dio cuenta, pero fue suficiente para encender algo dentro de mí que llevaba tiempo reprimiendo. Su sabor, su suavidad... era como había imaginado, pero infinitamente mejor.

Me alejé rápidamente, el corazón latiéndome en la garganta, sorprendido por mi propia osadía. ¿Qué acabo de hacer? Pero el calor en mi pecho, el deseo que había estado ocultando, se sentía más vivo que nunca. Mirarla ahora, tan cerca, me hacía querer más. Pero no podía. No debía.

La culpa y la satisfacción se mezclaban en mí mientras la observaba dormir, ajena a lo que acababa de suceder.

Mi jefe (KIM NAMJOON Y TÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora