PARTO.

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NARRA TN.

El día del parto llegó más rápido de lo que esperaba, aunque para ser honesta, los últimos meses fueron una combinación de agotamiento y emoción constante. Mi barriga se sentía como si llevara el peso del mundo, y cada movimiento era un desafío. Pero, por suerte, Namjoon estuvo allí en todo momento, cuidándome como nunca antes. A diferencia de los primeros meses, esta vez no me sentí molesta por su atención, sino agradecida. Su amor y su paciencia se volvieron mi refugio.

El día del parto fue más intenso de lo que imaginé, aunque sabíamos que sería por cesárea debido a los trillizos. A pesar de todos los preparativos, nada pudo prepararme para lo que sentí cuando llegó el momento. Namjoon estuvo a mi lado en todo momento, sujetando mi mano mientras me llevaban al quirófano. Podía sentir la tensión en su cuerpo, pero sus ojos me transmitían calma y confianza.

—Estoy aquí contigo, amor. Todo va a salir bien —me susurró, besando mi frente antes de que los doctores comenzaran el procedimiento.

El quirófano estaba frío y lleno de luces blancas. Me pusieron la anestesia, y aunque no sentía dolor, era extraño saber que estaban trabajando en mi abdomen. La sensación era más bien de presión y jalones. Traté de mantenerme tranquila, respirando lentamente y enfocando mi atención en los ojos de Namjoon, quien no soltaba mi mano ni por un segundo.

El momento en que escuché el primer llanto fue indescriptible. Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante.

—Es una niña —anunció el médico, mostrándonos rápidamente a nuestra primogénita antes de que la llevaran a limpiarla.

Namjoon dejó escapar una risa suave y temblorosa. Su emoción era evidente, y aunque intentaba mantenerse calmado para no ponerme más nerviosa, sus ojos brillaban con orgullo y alegría.

Pocos segundos después, otro llanto inundó el quirófano.

—Aquí está la otra niña —dijo la enfermera.

Mi corazón se sentía a punto de estallar de amor. Dos niñas. No podía creer que estos pequeños milagros eran nuestros hijos.

Finalmente, escuchamos el último llanto, más suave pero igualmente poderoso.

—Y aquí está el niño. Felicidades.

Sentí cómo mis lágrimas corrían libremente por mis mejillas mientras Namjoon me besaba la mano y murmuraba:

—Gracias, amor... gracias por esto. Lo hiciste increíble.

El cansancio se apoderó rápidamente de mí. No tuve tiempo de sostenerlos antes de que me llevaran de regreso a la habitación, pero las enfermeras me prometieron que pronto podría verlos. Namjoon se quedó con ellos mientras me estabilizaban y suturaban, y aunque intenté mantenerme despierta, el agotamiento fue más fuerte.

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Horas después

Cuando por fin abrí los ojos, la habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la luz suave de una lámpara. El dolor en mi abdomen era constante pero soportable, gracias a los analgésicos. Lo primero que vi fueron las tres cunas junto a mi cama, cada una con uno de nuestros bebés dormidos plácidamente bajo sus pequeñas mantas.

Namjoon estaba cerca, sentado en un sofá, con los ojos cerrados y una expresión de cansancio en su rostro. Me acerqué con cuidado a mis hijos, sintiendo una mezcla de emociones tan abrumadora que me quitó el aliento.

Primero acaricié la mejilla de nuestra hija mayor, sintiendo la suavidad increíble de su piel. Luego besé la mano de la segunda niña, tan pequeña y perfecta. Por último, me incliné hacia nuestro hijo, quien parecía más tranquilo que sus hermanas, respirando rítmicamente con una pequeña sonrisa en su rostro.

Mi jefe (KIM NAMJOON Y TÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora