4 | Fuga en la oscuridad.

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Fabián

Estaba en una reunión con mi manager, discutiendo las próximas carreras y las estrategias para mantenerme en la cima. Su voz resonaba en mis oídos, pero mis pensamientos estaban lejos de allí.

La noche anterior había dejado una marca en mí, y todo se centraba en la chica de cabello blanco.

Su imagen persistía en mi mente, como un eco que no podía ignorar. Era frustrante. Yo, que siempre había sido frío y calculador, me encontraba distraído por una desconocida.

¿Qué era lo que había en ella que me afectaba de esta manera?

De repente, el sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Era Max.

—¿Vas a correr esta noche? —preguntó, directo al punto.

—Sí —respondí sin titubear. Necesitaba una distracción, algo que me mantuviera en el presente y alejara esos pensamientos confusos. Correr era lo único que lograba eso.

—Perfecto. ¿Te veo allí? —insistió Max, su tono lleno de entusiasmo.

—Claro, no puedo dejar que me faltes —bromee, intentando parecer más despreocupado de lo que realmente estaba.

Mientras hablaba con Max, un pensamiento cruzó mi mente, pero me lo guardé para mí. No podía mencionar a la chica que había visto, esa desconocida que había perturbado mi habitual concentración.

La reunión con mi manager continuó. El ambiente en la sala era tenso, lleno de gráficos de rendimiento y estadísticas.

—Fabián —dijo mi manager, con un tono serio—. Tus tiempos han sido impresionantes en las últimas pruebas, pero necesitamos que te enfoques más en la estrategia.

Asentí, sintiendo que cada palabra lo empujaba más hacia la carrera.

—Además, tengo una gran noticia —continuó el manager—. Viajarán a Suiza dentro de una semana para la primera carrera del calendario. Es una gran oportunidad, y necesitamos que estés en tu mejor forma.

La revelación me golpeó como un balde de agua fría. En un instante, la emoción de la noche anterior se desvaneció, y me vi sumergido en la dura realidad de lo que realmente era: un piloto profesional, con la presión constante de rendir y cumplir las expectativas.

Mi única meta siempre había sido llegar al podio entre los tres primeros o ser el campeón.

Sabía que debía concentrarme y dar lo mejor de mí, pero la imagen de la chica de cabello blanco seguía ahí, recordándome que había algo más allá de las carreras, un mundo diferente que parecía inalcanzable en medio de mi vida llena de adrenalina y competencia.

- - -

Cuando llegué al lugar de la carrera, el ruido ensordecedor de los motores y la multitud me envolvieron. Era un caos, pero un caos familiar. Y entonces, como un golpe al estómago, la vi de nuevo.

La chica. Se montaba en el auto de Lucas, y aunque quise ignorarlo, algo se encendió dentro de mí. No era rabia, no del todo, pero había algo que me molestaba al verla con él. No era un sentimiento que me gustara reconocer ahora mismo. Era frustrante.

Arranqué el auto, decidido a sacarme esa imagen de la cabeza. Pero durante la carrera, cuando me acerqué al auto de Lucas, la vi de nuevo, y todo se detuvo a mi alrededor. Ella estaba ahí, y por un segundo, nada más importó. Me dejo de importar no llevar el casco, para tapar mi identidad.

La velocidad, el ruido, la competencia... todo se desvaneció. Solo ella, y esa mirada que me atravesaba en ese momento.

El momento se rompió cuando Lucas, en su típica arrogancia, intentó una maniobra ridícula. Casi me choca. Eso fue suficiente para encenderme. Después de cruzar la meta, salí del auto directo hacia él.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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