Extra 3. Marcas de pasión

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Extra 3: Marcas de pasión

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Extra 3: Marcas de pasión

Jeongin apagó las luces del salón y giró sobre sus talones para regresar a la habitación, se guió con el reflejo de la luz en medio de la oscuridad, la manía de dejar la puerta entreabierta de Hyunjin se había apoderado de ella. Entró a la habitación sosteniendo el bowl con fresas.

—¿Cariño, no tienes frío?—preguntó Hyunjin en cuanto Jeongin cerró la puerta—. Ven.

Jeongin sonrió acercándose a la cama y le tendió el bowl.

—Estoy bien—respondió acostándose al lado de Hyunjin. Giró su cuerpo de manera lateral para contemplarla y asomar la nariz sobre el libro—. Miss Tailor lo aceptó con un nudo en el pecho, sin imaginar que en la larga relación que habría de unirlas nunca tendría motivos de celos porque Teresa sería la más fiel y devota de las amantes—citó respetando la coma y leyendo con elocuencia—. Amantes eternas—aseguró a pesar de fijarse en el número de páginas, apenas llegando a la número setenta.

—Miss Tailor la merece.

Hyunjin apoyó la espalda en el respaldo de la cama y giró a la siguiente página, seria y concentrada. Le daba importancia a cada palabra de cada párrafo, le gustaba la narración en prosa y sobre todo las nuevas palabras que leía, y aprendía. Una amante de la lectura por pasión.

Por otro lado, para Jeongin observar a Hyunjin leer era un beso en su corazón, había aprendido a admirarla así, calmada, abstraída, dedicada y sumergida en una nueva historia. El silencio no era incómodo, al contrario, era confortable y acogedor. Dos personas viviendo dentro de un mundo inigualable. En su mundo.

Jeongin se acomodó y estiró la mano para jugar con el borde de la prenda superior de Hyunjin, la tela gruesa y brillante de el pijama rozaba con delicadeza la palma de sus dedos, al mismo tiempo, movió la pierna hasta los pies de Hyunjin para travesear y entibiarla con la fricción de sus pieles.

Hyunjin era parte de la población friolenta, a pesar de vestir con prendas para regular la temperatura de su cuerpo, su nariz y palmas de las manos y pies se mantenían frías. Lo odiaba. Agradecida, Hyunjin tomó una fresa y la tendió cerca de los labios de Jeongin, ella le sonrió, abrió la boca levemente para recibir la fruta y parpadeó complacida, manteniendo la mirada.

Jeongin lucía atrevida y erótica.

Le encantaba dormir en lencería, el sujetador a juego con su braga, cada pieza con bordados únicos y con encaje elegante. Blanco, luminoso, con pureza etérea, lienzo donde nace el arte y silencio perpetuo donde emerge el alba.

Jeongin mordió con sus gruesos labios la fruta.

—Deliciosa.

Hyunjin observó a Jeongin saborear.

—¿Quieres más?—estiró el sobrante y sin darse cuenta tenía el libro sobre su regazo, ignorándolo—. Abre la boca.

Jeongin lamió sus labios y volvió a abrir la boca, esta vez sacando con sutileza la lengua.

Marcas de amor (Hyunin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora