Capítulo IV

19 3 5
                                    

⚊✰

No puedo explicar que siento en este mismo momento, ¿acaso sería posible que algún día yo logre salir de aquí sin molestarme o siquiera sentir alguna emoción negativa? Lo único bueno es que pude ayudar a mi mamá, sin importar el precio que haya costado.

Tampoco es como que me hayan pasado factura de manera justa alguna vez.

Estoy en un autobús, el taxi no llegó a tiempo y tenía que salir. Así que, aquí estoy, golpeado y ni siquiera pienso imaginar lo mal que me veo, no ha habido pasajero que no se me haya quedado viendo mal. Honestamente tampoco es como que me importe mucho que opinen un montón de extraños de mí. Sólo puedo pensar en dos cosas; si el bastardo que tengo cómo papá no volvió a regresar y en Dani y lo ansiosa que debe estar en este mismo momento.

No sé, pero ahora tengo un pequeño problema. ¿Cual se supone qué es mi parada? Y otro problema, aún tengo el pantalón del trabajo, que mierda tan ajustada.

Para cuando llevo algo de camino, no me doy cuenta de donde estoy, a lo que cierro mis ojos, ya veré yo que pasará después. De pronto, es como si lo llamara, vuelvo a esos días, cuando no tenía tantas preocupaciones por lo que será algún día.

El viejo comedor está impecable y la radio está tan alta como siempre lo había estado, hasta qué vuelvo a escuchar las escaleras. El "clic" de la puerta abriéndose y de pronto su silueta dibujada por la luz en la pared, mi pulso se acelera a más no poder y para cuando veo...

──Niño... ──me levanto rápidamente, la señora que me llamaba dá un pequeño salto.

Estaba soñando.

──Está cansado, hijo... ¿Qué le pasó? ──me cuestiona la señora que me acababa de despertar, mientras yo sigo en pleno trance entre estar dormido y despierto, ella me mira con preocupación.

Hay algo en esta mujer... Me es muy familiar.

──Oh, disculpe... ¿Se necesita sentar aquí? Ya me levanto. ──hago un ademán para levantarme y ceder mi asiento, sin embargo, ella me detiene.

──Pero si yo ya me bajo... Es que me recuerdas a mi nieto, siempre se queda dormido en todos lados ──se explica con una sonrisa dulce la cuál me contagia, sólo que le sonrío de manera algo apenada y con algo de torpeza en mis palabras.

Iba a responder hasta que...

LA PARADA. Estoy jodido.

Abro bastante mis ojos y un poco mis labios.

──Disculpe, ¿me podría decir en que parada se queda? ¿Ya pasamos la principal? ──pregunto de manera atropellada a la señora y ella ríe de manera tan despreocupada.

Quisiera ser como ella de chiquito y grande, toda mi vida.

─¡Uy, hijo! Hace rato pasamos por ahí. Pero eso queda cerca, por mi casa pasan los carritos para la principal ──seguía hablando con esa sonrisa y lo último sonó como una invitación, no lo pensé mucho hasta que tomó mi brazo y me inició a guiar.

Es Dios al fin llegando a mi vida.

En ningún momento me pregunté lo extraño que eso podía llegar a ser, pero, parecía ser una señora buena, ¿por qué no?

Y si algún día me voyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora