Lavanda

26 7 2
                                    

.

.

.

—¿En serio, João?—me miro con cara de sorpresa.

—¿Que pasa?—Pregunté, realmente no se por que se puso así.

—¿Como te va a gustar alguien que apenas conoces?

—...—Me quedé callado, Pedri tenía razón.

—Oh, vamos, no es tan difícil saberlo.

—No debí llamarte.—Saque de repente, ahora sí que me arrepentía de haberle llamado, fue mala idea.

—Ay João, se nota que eres inexperto. Cuéntame, ¿has hecho algo?—ahora se acomodó en el sofá y preguntó.

—¿Hacer que?—No le entendí la pregunta.

—No sé, como demostrar que te gusta.

—Pues sí.

—Que bien, ¿y que hiciste?

—La verdad, le regalé unas flores. — vi aparecer una sonrisa en la cara de Pedri— ¿Que? ¿Que te hace sonreír? — Pregunté.

—Me parece bien, es un buen comienzo.

—Ya... ¿Que más debo hacer?— Le pregunté esperando una respuesta con sentido, pero al parecer no fue lo que escuché.—¡Espere a que hicieses esa pregunta! Puedes empezar a hablarle con temas que le interese, también puedes ser divertido, o incluso también puedes invitarlo a salir juntos, pue-

—Ya, cálmate, no es necesaria tantas cosas. Me das dolor de cabeza— acerqué mis manos a mi cabeza en forma de dolor.— Se que te pregunté pero tampoco me revientes de ideas.

—Quejica, encima que te ayudo.

—Ya sé, ¿y si le doy más flores con una carta que ponga la parte de una canción?, o ¿con un poema?

—Tambien es buena idea.

—Venga, dime un poema y un tipo de flor que le pueda dar.

—Busca en Internet, no soy un experto en flores.

—Bueeno— Saqué el ordenador de un armario, y me dispuse a buscarlo. Rápidamente Googleé y me aparecieron varias imágenes—¿Cuál de estás creés que le gustará?—Le pregunté a pedri  mostrándole algunas que aparecieron.

—Yo creo que... —se llevó una mano a la barbilla acariciándose—Está— Señaló una imagen que me encantó, eran unas lavandas de unos colores violeta y lila.

—Tienes buen gusto, ahora me debes acompañar a comprarlas.

—Oye, te acompañaré, a cambio de que me des algo de los aperitivos que compraste.

—Ya ya, glotón —me levanté y caminé hacia la cocina, agarré las bolsas y las abrí, luego las eché en un bol y caminé devuelta al sofá.— Aquí tienes.

El muy glotón las cogió un puño dejando el bol casi medio vacío. Suspiré y negué, de verdad que no sé cómo me hice su amigo.

—¿Ya tienes idea de dónde comprarlas?

—Tengo pensado ir a la florster.

—¿Eso donde está?

— Aquí al lado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 09 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝒜𝓆𝓊ℯ𝓁𝓁𝒶𝓈  ℱ𝓁ℴ𝓇ℯ𝓈 {Cancelix}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora