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Pov: Becky

Estar con Freen era como vivir dentro de un sueño, uno del que no quería despertar. Me sentía tonta pensando en cómo el amor a primera vista, algo que solía descartar, podía ser tan real. Pero, a la vez, me asaltaba la culpa. ¿Qué estaba haciendo? Era egoísta. No solo con ella, sino conmigo misma y con mi familia. Ni siquiera sabía hacia dónde quería llevar esta relación. Solo sabía que, desde el instante en que la vi en aquella tienda, supe que no podía dejar pasar la oportunidad. Tal vez estaba arriesgándome demasiado, ¿era eso un error? Mi cabeza era un completo caos.

El ambiente del restaurante ayudaba un poco a relajarme. Era como si estuviéramos en una película de los años 80, con luces de neón en tonos rosados y azules que reflejaban sobre las paredes, posters vintage de bandas clásicas y automóviles de esa época decorando el lugar. Sonaba música de fondo, suave pero lo suficientemente presente para hacerte sentir como si hubieras retrocedido en el tiempo. Incluso las camareras llevaban uniformes retro con faldas acampanadas y zapatillas de patines, deslizándose de mesa en mesa con sonrisas brillantes.

Para mí, esto se sentía como una cita, aunque no estaba segura de cómo Freen lo veía. Mientras masticaba lentamente mi comida, mis ojos no podían evitar ir hacia ella. Sus gestos, la manera en que sostenía los cubiertos, cómo su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros... todo parecía sacado de una fantasía, y yo estaba perdida en su presencia.

—¿Dejarás de mirarme y abrirás tu juguete? —dijo Freen, rompiendo el silencio con una sonrisa divertida en sus labios. —Tengo mucha curiosidad.

Me sonrojé de inmediato, consciente de que me había atrapado observándola. Traté de disimular mi nerviosismo, pero la sensación de vergüenza y emoción me inundó por completo. Agarré la pequeña cajita que venía con el menú infantil, un juguete plástico que seguramente sería algo simple, pero en ese momento parecía mucho más importante de lo que debería ser.

—Claro, claro —respondí, tratando de sonar casual mientras luchaba por abrir la caja. Dentro había un pequeño coche de juguete con colores brillantes y una carita sonriente en el parabrisas.

Ella soltó una carcajada ligera y yo no pude evitar reírme también.

—Parece que es un coche feliz —dije, sosteniéndolo entre mis manos, y de alguna manera, esa pequeña tontería logró romper mi nerviosismo, al menos por un momento.

Pero mientras la conversación seguía, no podía dejar de pensar en lo egoísta que estaba siendo. ¿Qué estaba buscando realmente con Freen? ¿Y si al final terminaba lastimándola?

—Parece ser un Chevrolet Bel Air —dijo, mirando el cochecito con una sonrisa.

—Vaya, sabes de autos —respondí, un tanto impresionada.

Sonrió dulcemente mientras tomaba una de las papas fritas que estaban en el centro de la mesa. Todo en ella parecía tan natural, pero a la vez tan cautivador.

—Solo un poco —respondió modesta—, pero ese modelo en específico quisiera comprármelo pronto.

—¿Hay alguna razón en especial?

—No, solo se me hace un buen clásico para tenerlo y presumir —sonrió, y luego tomó un poco de su malteada—. Aunque esta malteada es un poco dulce para mi gusto.

Noté cómo un poco de crema había quedado sobre sus labios. Sin pensarlo demasiado, como si mi cuerpo reaccionara por sí solo, extendí mi mano para rozar su mejilla con suavidad. Con mi pulgar, limpié la crema de su boca. Freen se quedó inmóvil, con esos ojos profundos fijos en los míos, mientras yo solo podía concentrarme en sus labios. Llevé mi dedo a mi boca y lamí la crema.

Avaricia | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora