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Capítulo 1. Orlov



Estaciono el Corvette blanco en el estacionamiento, donde ha sido mi lugar, y arreglo mi corbata asegurándome de que esté sin arrugas y libre de manchas. Le entrego al valet las llaves mientras camino hacia la entrada de la casa de verano de ricos de Luton.

El terreno es enorme, fácilmente podría haber tres hectáreas, y la casa de estilo colonial de tonos color tierra se muestra en todo su esplendor con las luces encendidas en plena noche.

El mayordomo me recibe en el vestíbulo y le entrego la chaqueta de mi traje, el cual me queda un poco apretado, pero nada que hacerle. Soy demasiado alto del estándar masculino y tengo músculos trabajados por todas las veces que corrí en fuga.

—¿Magnolia y Sarai? —pregunto.

—Las señoras están cenando y lo están esperando.

El mayordomo me dedicó una de sus típicas miradas de desconfianza. Supongo que todavía no confía en mí, a pesar de haber sido el hombre de la casa por dos meses. Debió aprovecharme porque ya no habrá más oportunidades.

Sonrío.

Sin importarme el peso de su mirada me encamino hacia el comedor y al entrar el olor a comida me hace gruñir el estómago. La conversación entre ambas mujeres cesa en cuanto aparezco y alzan la mirada.

—¡Valentine! —chilló Magnolia, levantándose de la silla. Me rodea con sus abrazos y me inclino para darle un modesto beso que la hace desear más. Le doy una caricia en su cabello pelirrojo y liso, a diferencia de su madre.

—Lo siento por la tardanza —digo, alzando la mirada y hallando a la rubia que juega con su copa de vino observándonos. La madre de Magnolia —. El trabajo me atraso.

—Quedas disculpado —dijo Magnolia, sonriéndome. Me toma de la mano y me sienta en mi puesto, llamando a los empleados.

Los sirvientes me traen mi cena e intento no verme desesperado al cortar la carne y probar el primer bocado. La conversación entre Magnolia y su madre continúa mientras sigo cenando.

Llevo visitando a Magnolia y su madre desde hace dos meses, desde que oí un rumor de que eran parte de la socialité del Capitolio, a pesar de ser de Luton. Lo importante es que conocen a gente influenciable en el terreno de joyería cara y rara que me conviene.

—Escuché que apareció el Diamante negro, madre —mencionó Magnolia, captando mi interés. Continúo comiendo.

—¿El Diamante negro Orlov? —exclamó, fascinada.

—Podríamos ir a verlo.

—Pensé que era un evento exclusivo, Magnolia.

—Resulta que conozco a la amiga de la cuñada de la anfitriona y me concedió tres invitaciones, una extra por si acaso —Sentí su mirada sobre mí—. ¿Quieres ir Valentine?

—Suena muy exclusivo —bromeé, haciendo reír a ambas mujeres —. Me harás el honor de ver en primera mano una joya perdida en la historia.

—¡Sí! —exclamó, alegre —. ¿Sabes algo de aquella joya?

—He oído que fue robada de un santuario de la India —dije superficialmente, tomando mi copa de vino.

—Se dice que está maldita desde su robo y causó la muerte de una princesa rusa —comentó la rubia.

—Esa es una historia espeluznante, Sarai —dije, mirándola y bebo un sorbo de vino de mi copa —. Los fantasmas pueden venir por las noches y visitarte.

El CazadorWhere stories live. Discover now