Capítulo 2. Vigilante shit
Si amara con todas las fuerzas de su insignificante ser, no podría amar tanto en ochenta años como yo en un día...
El sonido de las cerraduras provocó que dejara de prestarle atención a las hojas llenas de profundas palabras, cierro el libro y miro hacia la puerta, donde un guardia apareció con la porra lista, acompañado de otro. Reprimo una queja por esta interrupción, pero si llegaron los guardias solo significa una cosa.
—Se acabó tu aislamiento, Valentine.
Suelto un suspiro de decepción viendo por última vez la celda donde pasé los últimos seis meses, hay algunas estanterías pequeñas con libros acumulados de todo tipo; política, psicología, historia, filosofía de Nietzsche e incluso de autoayuda, aunque este último género es de pura mierda e hipocresía. Los recopilé desde la primera vez fui apresado en la correccional de menores y como vuelvo siempre los tengo aquí, escondidos.
Había pasado buenos momentos en esta celda tranquila y mohosa, leyendo. Pero ya me aburrí.
Guardo Cumbres Borrascosas en una de las estanterías y esbozo una sonrisa al guardia mientras paso la mano por mi cabello largo que llega a rozarme las orejas.Lo malo del aislamiento es que tengo pésimo aspecto con el cabello largo y la barba ya crecida. ¿Cómo podría conseguir enamorar a las señoritas con aspecto de pordiosero?
Oigo los aullidos masculinos en cuanto paso por el resto de las celdas al área comunitaria y golpes contra las rejas aclamando mi nombre. Y un destello blanco me hace detenerme con la respiración detenida y expectante. Pero de inmediato consigo relajarme al darme cuenta de que era un preso con el cabello rubio oscuro.
No platino.
Nunca es platino.
El pasajero recuerdo de un cabello platino llena mi cabeza con pensamientos que destierro de inmediato. No era el momento. No estoy pensando en una chica de cabello largo y sedoso platino y un bonito culo.
—Te permitieron ver la obra de teatro de unos activistas, Orion —comentó el guardia detrás de mí.
Apreté la mandíbula ante la mención de mi nombre. Mi nombre real que no ocupo y que nadie pronuncia, ni siquiera antiguos amigos, excepto mi mamá y el idiota de mi papá.
Mantengo mi leve sonrisa y la expresión despreocupada.
—¿Una obra? ¿De qué?
—¿Tengo cara de saber? —respondió escueto.
—He oído que es sobre la libertad y paz, malditos hippies —intervino otro guardia que nos acompañó.
Suelto una leve risa.
A veces nos hacen ver obras de teatro con temáticas moralistas que lo único que me provocan es una carcajada, pero tengo que aguantarlo hasta que la atención deje de estar encima de mí. Ya tengo algo planeado.
Hace poco más de un mes, en la radio, hablaron una joya de la que me interesó y de una posible subasta. La Perla Peregrina. Una perla que perteneció a la realeza española antes de caer en manos de la familia Bonaparte hasta que la montaron en un collar diseñado por Cartier. Y ahora había un rumor de una subasta donde estará la joya en el Capitolio.
Algunos presos me saludan, a lo que correspondo y comento algunos de sus comentarios pasajeros y estúpidos. Nadie es lo suficientemente inteligente en esta prisión, pero ¿qué puedo hacerle? Las personas son ignorantes porque quieren.
Entro a la sala que ocupan como exposición y actividades y me siento en una de las sillas plásticas y duras donde aguantaré la hora y media de espectáculo.
YOU ARE READING
El Cazador
RomanceEnviarme a prisión fue su error. Geneva me acusó y me envió a prisión por algo que ambos deseábamos y por el robo de la joya de su familia. Largos cinco años separados me hicieron planear en cómo hacer sucumbir a la belleza de cabello plateado y fi...