CAPÍTULO CATORCE

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- ¿Te gustaría quedarte Kim?

Ya estábamos en casa, todavía estaba un poco nerviosa por la situación, sabía que papá ya no me haría nada por la presencia de Kim en la casa pero pensar en lo que podría pasar después de que ella se fuera me estaba torturando.

-Sería un placer quedarme, muchas gracias por la invitación -aceptó Kim. -Llamaré a mi madre para decirle que llegaré más tarde a casa.--Dijo ella para alejarse un poco mientras presionaba el teléfono en su oreja.

-Entonces, Astra... -La voz repentina de mi padre hizo que me tensara en mi lugar. Estoy segura de que, de lejos, parecía un simple maniquí. - ¿Qué pasó con tu ropa? Sí no me equivoco tú no llevabas eso esta mañana.

-Es de Kim -contesté rápidamente- ella me lo prestó porque me caí y me ensucie un poco, yo se lo pedí porque no quería estar sucia todo el día en la escuela.

- ¿Te caíste?... -Dijo él pintando una sonrisa nada amigable en su rostro, él trataba de que tono sarcástico pasará desapercibido para Kim que ya había terminado con su llamada y se acercaba con nosotros.

-Dime, Titi ¿Te gustó tu regalo? -preguntó mamá en un intento de desaparecer la tensa atmósfera que se había formado.

-Sí, mamá. Me encantó, la verdad no esperaba nada... -Miré de reojo a papá. -Nada de este estilo, quiero decir.

-Me alegro que te guste, cielo.

--Bueno, empecemos a comer. -Ordenó mi padre mientras daba un fuerte aplauso sobresaltado a todas, - Trae a la niña para que nos acompañe. -Dijo mirando a mi madre y refiriéndose a mi hermana, que en este momento debería estar en su cuarto.

-Claro, sí. -Respondió y salió de la habitación buscando a la más pequeña de la familia.

Papá fue el primero en sentarse en su lugar, en la punta de la mesa.

Faltaba el plato y los cubiertos para Kim por lo que me dirigí a la cocina para buscarlos. Al salir sentí unos pequeños brazos que me envolvieron por la cintura, bajé la mirada y me encontré con mi pequeña hermana menor.

-¡Feliz cumpleaños, Titi!-- me dijo con una enorme sonrisa en su rostro mientras me apretaba con toda la fuerza que una niña de ocho años podría tener.

-Muchas gracias, Aria -Le correspondí el abrazo luego de dejar las cosas en la mesa para no romper nada.

Nos acomodamos cada una en un lugar y empezamos a comer en silencio.

La cena transcurrió con un ambiente tenso, ninguna quería romper la falsa paz que reinaba en el lugar. La única que no parecía enterarse de nada era Aria, aunque de eso no me quejaba, prefería que sea así, ella no tendría qué cargar con estas cosas a su edad.

La cena finalizó luego del incómodo momento de cantar el cumpleaños feliz, y me encontraba acompañando a Kim hasta la puerta pues su madre le había llamado para hacerle saber que ya se encontraba fuera esperando.

-Quiero que me llames sí pasa algo, cualquier cosa, lo que sea, no dudes en llamarme. Por favor -Dijo Kim susurrando para que nadie más que yo la escuchara.

-Sí, te llamaré. Ahora tengo un teléfono nuevo- Le dije tratando de hacer una pequeña broma.

-Astra, es en serio.

-Entiendo, público difícil.

-Astra. -Dijo Kim un poco más seria que antes.

-Te llamaré Kim, no te preocupes -Traté de tranquilizarla un poco con un pequeño abrazo pues aún me dolía mucho el hombro. -Gracias por estar aquí hoy.

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