• my strange addiction

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• Pt1 •

No recuerdo con certeza como comenzó todo esto, si fue en mi adolescencia o si comenzó desde hace poco, pero lo que si se es que no es correcto o inclusive moral.

Se supone que todos tenemos secretos, y es valido no contárselos a nadie, ni siquiera a la persona que mas confianza le tenemos, ya sea por diferentes motivos, porque son vergonzosos, asquerosos, ilegales, etc.


—¿Qué estás diciendo Clara?.—Soltó una enorme carcajada llamando la atención de todos en el salón de clase.

—¡Sh!, cierra la boca, ya tengo suficiente con contártelo a ti, no quiero que los demás lo sepan.—Avergonzada tape su boca con mi mano, volteando hacías los lados asegurándome de que nadie nos haya escuchado.

—Tranquila, tranquila, nadie nos escuchó, pero vamos cuéntame más sobre tu "extraña adicción".—Mostró interés en el tema y sonó emocionada, yo solo demostré vergüenza.

—Chicas, por favor, presten atención.

El profesor llamó nuestra atención en un tono molesto y despreocupado, ambas nos separamos, comenzamos a escucharlo y tomar notas.

Después de dos largas horas de clase con el profesor Chavez, nos permitió retirarnos antes de lo habitual, lo cuál agradecimos eternamente yo y Addison.

—Clara, ¿tomaste foto de la actividad pendiente?, ¿Clara?.—Me llamó repetidas veces en busca de mi atención, pero estaba concentrada en otra cosa.

—¿Que estas viendo?.—Curiosa miro junto a mi el teléfono.—¡No me jodas!, ¡No,no,no!, ¡Aaahhh!.—Sin contener su emoción gritó un poco fuerte.

—Esa tipa es muy ruidosa.—Se logró apreciar.

—No me jodas, Clara, son las entradas para el concierto de Lana del rey, ¿Quien te las envío?.—Se paró rápidamente de su asiento y se acercó a mi.

—¡Mi madre!, ella sabe cuanto me gusta y compro tres.—Compartí mi emoción al igual que ella, pero su cara cambió a una de confusión en cuanto escucho el número de boletos.

—¿Tres?, ¿Quien es el tercero?, Oh,oh, déjame adivinar, ¿Es tu extraña adicc-.—Antes de que comenzara a carcajearse de risa, la golpee suavemente con mi libro evitando que pronunciara la oración completa.

—Señoritas, ¿Porque no se han retirado aún?.—Una voz grave y demandante nos llamó nuevamente la atención.

—Me voy primero, quiero ahora mismo esos boletos, Clara.—Me tomó de las manos y las soltó, no sin antes guiñarme el ojo, y en un cerrar y abrir de ojos, Addison ya me había dejado a solas con el profesor.

—Ugh, maldita, ni siquiera he guardado todo mi material.—Bufando y sin ganas tome todo lo que había en mi escritorio y lo guarde dentro de mi bolso, y no es que este molesta o desanimada a juzgar por mi actitud.

Estaba nerviosa, nerviosa de ciertos ojos que podía sentir a kilómetros clavados en mi espalda.

—Señorita Miller, necesito hablar un momento con usted.—Me tomó por sorpresa aquella orden y más cuando estaba justo por cruzar la puerta.

—¿Si?.—Respondí tranquila e indiferente aún en el marco de la puerta.

—Venga, por favor.—Asentí ligeramente y caminé hacia el.

—No quiero, eh. —Aclaro su garganta.— sonar entrometido ni mucho menos, pero, la he estado notando muy distraída últimamente, ¿sucede algo?, ¿alguna sugerencia?.—Sin pararse de su asiento, volteó hacia mi con los hombros encogidos y una ceja levantada.

—Para nada profesor, y gracias por preocuparse, pero en realidad todo esta bien.—Lo mire confundida y divertida al mismo tiempo, el solo asintió entendiendo y supuse que había aclarado su duda, me volteó y doy un pasó hacia la puerta.

—Señorita Miller.—Interrumpió mi andar nuevamente.

—¿Si, profesor?.—Mi nerviosismo estaba escalando hacía mis piernas, estar a solas con el era equivalente  a una mente en blanco.

—Sus agujetas, están desatadas.—Les hecho un vistazo y rápidamente volteó mi vista hacia abajo, mierda, es verdad, y en este momento Adisson no esta para ayudarme a atarlas.

—¿Que pasa?, ¿no sabes como atarlas?.—Lo dedujo por mi rostro lleno de nervios y vergüenza por ser descubierta, con toda la pena de este mundo asentí un par de veces, y el solamente soltó una carcajada.

—Ven, déjame ayudarte.—Con una linda sonrisa, que por un momento se veía amable, fui hacía el, casi automáticamente, puso su pierna de rodillas y con sus manos tomo mi pie y lo poso sobre su muslo, atando mis agujetas.

La tensión en el aire se podía distinguir a kilómetros, era un ambiente, extraño, un poco incomodo a decir verdad, su amabilidad no era algo cotidiano de ver, y que ahora, el mismo profesor que parecía odiarnos a todos este atando mis agujetas por cuenta propia, si que era algo raro de ver.

—Muchas gracias, profesor, ahora si me disculpa.—Cuando termino su dicha acción, me propuse a quitar  mi pie de su muslo, pero, el seguía sosteniéndolo.

—¿Profesor?.—Confundida lo llamé, el soltó mi pie y me miró fijamente a los ojos, como tratando de decirme algo, o mas bien de empezar algo.

—Sabe señorita Miller, usted y su amiga, son muy ruidosas.—Se puso de pie, sacudiendo la parte donde había estado mi zapato, y camino tranquilo en dirección a la puerta mostrando un semblante serio.

—Deberían ser mas cuidadosas con su tono de voz, y también con sus temas de conversación.—Y finalmente cerró la puerta.

Pt2
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Book of glory | Nicholas ChavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora