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11 de marzo de 1991.

Los libros cayeron sobre la mesa de madera con el único propósito de brindarle respuestas a Namjoon, y es que tras una exhaustiva busqueda había dado con lo que él creía, serían las aclaratorias ante sus dudas.

Pronto se sentó y se colocó sus lentes de cristal fino, luego tomó el primer libro que se le presentó y comenzó a buscar en la sección que le pareció más conveniente, pues, algo relevante tenía que haber en cuanto a alguna mujer misteriosa en un campo.

Sinceramente, él no era muy creyente de lo extraño o incluso de lo paranormal, pero un poco de eso debía de tener aquella bella fémina, porque las mujeres no nacían y vivían de esa manera en la naturaleza.

Y tras varias horas sentado allí sin hallarse con nada útil, lo vio.

Ninfas.

Al parecer la información descrita allí coincidía con los hechos previos, y según aquello, numerosas eran sus condiciones, ya que por lo visto no había solo una de ellas en específico, sino que se trataba de un alto grupo de espíritus catalogados dependiendo de la zona en la que habitaban. Existían en el mar, los bosques y las montañas, y se encargaban del cuidado de los mismos y de su protección.

Y en este caso, ella era una hermosa ninfa del campo.

Su dedo índice se deslizaba bajo las palabras mientras las leía. Podían ser criaturas mágicas, sin embargo, eso no las privaba de inocencia, aunque eran juguetonas y amaban las travesuras, no perdían de vista sus principales objetivos, honrar su habitad mediante su constante vigilancia y preocupación. Además, cuando reconocían un alma bondadosa la bendecían a través de un polvo encantado hecho por su propia artesanía.

Mientras los ojos de Namjoon se movían por aquellas oraciones no evitaba considerarlo sumamente ridículo e imposible. ¿Cómo una criatura así iba a existir en realidad? Tenían que ser falacias disfrazadas de cultura mitológica.

Pero...

Él mismo la había visto.

O tal vez se había desmayado y lo había soñado todo.

Como fuera que fuese, por lo menos ya su mente no se hallaba en blanco al ignorar la procedencia de un posible «algo fuera de lo común».

Entonces suspiró.

—Bueno... —dijo cerrando el libro— Veamos qué tan cierto es todo esto.

Sus pies encontraron la dureza del suelo a su costado y se levantó.

Admitía sentirse un poco nervioso, no obstante, solo era por lo desconocido que le resultaba. Aún en el fondo seguía apostando porque lo había imaginado, aunque ¿qué era eso de ver chicas semidesnudas por ahí? No se consideraba un santo, pero tampoco un pervertido...

Con suerte, eventualmente todo caería por su propio peso.

En eso sí que confiaba.

( 𖧧 🌱 𖧧 )

4.10.24

Sweet Sorelia » k.njDonde viven las historias. Descúbrelo ahora