Extra "el viejo y revolucionario "

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Sabo caminaba con determinación a través de los pasillos de la base naval, oculto bajo el uniforme de un soldado de la Marina. Había pasado poco tiempo desde que recuperó sus recuerdos, y aunque sentía una mezcla de alivio y confusión, había algo que no podía dejar de lado: su necesidad de ver a Garp.

El viejo había sido una figura importante en su infancia, casi como un abuelo, aunque siempre llamándolo "viejo". Ahora que había recuperado su identidad, no podía evitar preguntarse qué pensaría Garp de su regreso... y de lo que había hecho con su vida.

Sabo llegó a la gran puerta de la sala de reuniones. Sabía que Garp estaba adentro, probablemente discutiendo o riendo con Sengoku. Respiró hondo y empujó la puerta con cuidado, decidido a enfrentar lo que viniera.

Al abrirse, la escena era exactamente como la había imaginado. Garp estaba parado frente a Sengoku, contándole una historia a gritos, mientras el otro almirante lo miraba con expresión cansada.

"¡Y entonces les di un buen puñetazo! ¡Bam! Los mandé a volar a todos..."

Sabo, sin hacer ruido, caminó hacia el centro de la sala y lo interrumpió con una sola palabra:

"¡Viejo!"

Garp se congeló en medio de su relato. Su boca quedó entreabierta, y por un segundo, pareció que no había entendido lo que acababa de escuchar. Se giró lentamente, y sus ojos se encontraron con los de Sabo.

El salón quedó en silencio.

"¿Qué...?" murmuró Garp, parpadeando, como si no pudiera creer lo que veía. "No puede ser..."

Sabo se mantuvo firme, a pesar de que su corazón latía con fuerza. "Es más complicado de lo que parece, pero... sí, soy yo."

Garp dio un paso hacia él, sus ojos aún llenos de incredulidad. "Sabo... ¿Cómo...? Pensé que estabas muerto..."

"Lo estuve... o al menos lo creímos todos. Perdí la memoria durante años, pero... ahora la recuperé." Sabo lo miró con una mezcla de nostalgia y gratitud, como si estuviera agradecido de haber tenido una segunda oportunidad para este momento. "He estado con los revolucionarios desde entonces."

Garp, que normalmente era ruidoso y directo, permanecía inusualmente callado. Su mirada se suavizó por un instante, como si intentara procesar la realidad frente a él.

"¿Revolucionarios?" dijo Garp en voz baja, pero su tono no era de enfado, sino más bien de asombro. Se acercó un poco más, como si quisiera asegurarse de que lo que veía era real. "¿Todo este tiempo... has estado vivo?"

Sabo asintió. "Sí. Lo siento... por no haber vuelto antes."

El silencio se extendió unos segundos más, hasta que Garp, de repente, frunció el ceño y alzó el puño.

"¡¿Qué demonios te pasa por la cabeza, niño?! ¡Desapareces durante años, me haces pensar que estabas muerto, y luego te unes a esa panda de criminales!"

Con la velocidad de un rayo, Garp le lanzó un puñetazo directo a la cabeza, con la fuerza que solo él podía dar.

¡BAM!

Sabo tropezó hacia atrás, agarrándose la cabeza con una mano. "¡¿Por qué siempre haces eso?!"

"¡Porque te lo mereces!" rugió Garp. "¡Idiota! Pensé que habías muerto. ¡¿Sabes lo que fue enterarme de eso?! Y ahora vienes aquí y me dices que eres un revolucionario como si fuera cualquier cosa. ¡Mocoso desconsiderado!"

Sabo, a pesar del dolor en su cabeza, no pudo evitar sonreír ligeramente. Había algo reconfortante en la reacción predecible de Garp, aunque nunca se lo diría en voz alta.

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