1. Intercambio de Intereses

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Heist Peter

—Suficiente, entrégame la brasa —Mal le exigió, tratando de quitar la brasa de las manos de mi padre.

—Aquí tienes, —Se la extendió, pero la retiró antes de que pudiera tocarla—, aunque tiene un pequeñísimo precio.

—Claro, contigo todo es así. —Cruzó los brazos sobre el pecho y arqueó una ceja—. ¿Qué es lo qué quieres?

Sonreí con ansias, anticipando lo grandioso que iba a ser la reacción de mi hermana cuando Hades se lo soltara.

—Que lleves a tu hermano contigo.

Y a pesar de que la actitud de papá era seria, a ella le pareció una simple broma.

—¿Es en serio? —Sonrió como quien todavía no asimilaba una mala noticia —. No lo haré.

— Oh, claro que lo harás. A menos que en verdad no te importe Auradom.

Quedó el silencio, mientras padre e hija tenían un duelo de miradas de lo más maravilloso.

—¿Y entonces?, —Emergiendo de la oscuridad de una esquina, hice retumbar un hueco aplauso en toda la cueva—. ¿Qué decides, hermana? —Si Malsy de por sí ya se sentía presionada, creo que mi presencia fue como hincar la herida para que echase sangre.

Sus ojos cayeron sobre mí por primera vez.

—Heist Peter... — y murmuró, su rostro llenándose de desconcierto centímetro a centímetro.

—¿A caso es que prefieres poner en riesgo la vida de todos tus leales súbditos, hija mía? —gorjeo con la suficiencia plasmada en esa cara que tanto se parecía a la mía.

—Lo que me pides es inaudito, Hades. —Dejando relucir a la histérica que era, batió las manos en el aire—. No pienso permitirlo.

—¿Por qué? —vociferé. Hice un intento por disfrazar el odio cuando hablaba, pero si algo odiaba un poco más que a ella, era el fingir que todo había quedado atrás y que las asperezas se habían limado. En serio lo odiaba con toda mi maldita existencia—. ¿Por qué es inaudito el que yo vaya? Hasta donde todos sabemos, el Rey Ben quiere darle una oportunidad a todos los hijos de villanos para redimirse. Así como te la dieron a ti y a tus amigos.

Mal prefirió agachar la mirada y morderse la mejilla interna; sabía de aquel gesto, que cuando lo hacía, era porque sus argumentos habían acabado.

—Bien, quise ayudarte, pero supongo que encontrarás otra forma de salvarte. —Se encogió de hombros e hizo una mueca de lástima, por supuesto que falsa.

Mi padre era un experto del chantaje, en realidad, todos los dioses lo éramos, estaba en nuestra naturaleza.

Rodó los ojos y entonces estiró la mano para recibir la brasa—: Vendrá.

—Toda tuya. —Sonrió victorioso.

—Vamos —demandó ya al tener la brasa en su poder.

—Andando —me burlé, caminando detrás de ella.

—Chico —Hades me llamó y se acercó a mí, pero le dio una rápida mirada a Mal—. Tú espera afuera.

Y a ella le dio igual. —¡No tardes! —su voz haciendo eco en el lugar.

—Ya sabes lo que tienes que hacer, Heist. Has dedicado parte de tu corta eternidad para este momento —me recordó, con la voz seria presente en cada palabra. Luego, me sujetó por los hombros como muestra de afecto.

—No pienso defraudarte. —Sonreí sin mostrar los dientes y lo abracé fugazmente—. Los echaré de menos.

El rostro de Hades estaba contraído por la nostalgia.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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𝔈𝔩 𝔥𝔦𝔧𝔬 𝔡𝔢 ℌ𝔞𝔡𝔢𝔰 [Versión alterna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora