3

444 54 69
                                    


Después de ese día todavía no tenía ninguna explicación de lo que estaba sintiendo. Acaso...¿Era masoquista? No, era una palabra muy fuerte y abrupta para tal situación.

¿Por qué había ido a tal cafetería? Se estarán preguntando; un famoso modelo de alta altura y además con un rostro extranjero y poco común. Pues más que nada se estaba alejando un poco de sus deberes como estrella en ascenso. Era realmente estresante para él siendo tan joven una "super estrella" y aún así donde huyera habían fans persiguiendolo. Era un fastidio a diario no tener un poco de paz.

Dicen que las celebridades tienen el ego alto y que les encanta mirarse a los espejos o que la gente los admire. Pero ¿Gustarte que te odien? Eso era otro nivel.

Y eso lo hacía sentir extraño y feliz. Muy feliz porque al fin no tenía esa atención que lo carcomia por dentro.

Cuando entró a la cafetería solo quería un poco de paz, que a medias tuvo. Había oído que los meseros son tan raros y torpes que exactamente le atinó a que no sabían quién era él y eso es perfecto. Bueno, solo uno supo quién era, pero le impresionó que los demás ni se inmutaron. Y ese chico, tan bajito, bajito, bajito.

Se sintió protegido de alguna u otra forma de que no fuera tan acosado por los empleados.

Y si, al final pudo comer un croissant entero. Pero sentía una mirada punzante frente a él de ese chico tan bajito, mini duende, microcelula, polvito del rincón.

Pero se sentía tan feliz, feliz...que ese chico fuera el único que le bajara toda su nube de esplendor y que lo vio como un ¿Igual? Bueno, no eran de la misma altura, ni siquiera sabe si lo vio bien de lo pequeño que era, así que no eran iguales. Quería decir que, lo veía como una persona común y corriente al cual discutir por un tonto croissant. Y eso le encantó.

Y por eso se sentía raro.

Y por eso regresó.

Y también porque quería pelear con ese enano.

Pero no estaba.

- ¿Por qué tan triste? - había vuelto su camarero favorito de pelos parados. Cuando lo veía le daban tantas energías de salir adelante. Era como...unas vibras inexplicables que hasta le tenía la confianza suficiente para contarle su mal sentir -

- Oh, Bokuto, hola...no es nada, sólo que creí que vería al gruñoncito de ayer. - se alzó de hombros despreocupado.

Al menos esta vez lo habían puesto en un asiento más escondido de los demás. También llevaba ropa menos llamativa y más común para no sobresalir. (Aunque su altura sobresalía bastante)

- no viene muy seguido, es un amigo de un amigo, de un amigo y de un amigo y así continuamente - soltó una risita cómplice, aunque luego se rasco la cabeza porque algo no le cuadraba - no sé pensar mucho, casi nunca pienso de hecho, mi mente está lleno de imágenes de galletas y mi amorcito pero...¿Por qué querrías ver a una persona que te insultó?

Buena pregunta.

- porque fue divertido, demasiado. Fue como ver un chihuahua

y porqué también me pareció un poco adorable - pensó el peli blanco -

- necesito verlo, no se, que pelee conmigo o por un croissant ¿Por qué salto tanto por un croissant?

- mi cabeza no da para tanto joven Lev, no me haga pensar por favor.

Sin embargo la puerta principal se abrió, con ese típico sonidito de la campanilla interrumpiendo la charla de estos dos tontos.

De la nada entró un chico alto de cabello negro y ojos gatunos y...¡El enano!

Croissants Donde viven las historias. Descúbrelo ahora