Capitulo 1: Fiesta de bienvenida

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72 HORAS ANTES

El salón de fiestas del Colegio Rhinestone vibraba con la energía de la celebración. La música electrónica retumbaba en el aire, mientras las luces de neón brincaban en un caleidoscopio de colores. Los estudiantes se mezclaban entre risas y pláticas animadas, disfrutando del ambiente vibrante que caracterizaba el inicio del nuevo curso.

Carlos y Yuliana, en una esquina del salón, observaban el bullicio con cierta distancia. A su alrededor, amigos y conocidos bailaban al ritmo de la música, envueltos en una nube de euforia juvenil. Carlos sonrió, sus ojos brillando con complicidad.

—¿Te has dado cuenta de que todos aquí están como en su propio rollo? —comentó, señalando a los grupos que se movían en sincronía con el ritmo frenético de la música.

Yuliana esbozó una leve sonrisa, sus labios curvándose en un gesto de diversión.

—Sí, parece que están en una competencia de quién es el más popular. Qué hueva —respondió, con un tono que combinaba ironía y desdén. Su mirada se desvió hacia la pista de baile, donde una multitud saltaba y giraba, atrapada en su propio mundo de luces y sonidos.

Justo en ese momento, Iván y su grupo se acercaron, riendo y platicando entre ellos como si fueran el centro del universo. Iván, con una botella de champán en la mano, lanzó una mirada a Carlos y Yuliana, su energía desbordante casi palpable.

—¡Esta fiesta está brutal! ¡Vamos a hacerla épica! —gritó Iván, tratando de hacerse oír sobre el estruendo de la música. Su risa contagiosa hacía que todos a su alrededor se sintieran incluidos en su entusiasmo.

Benito, que siempre había sido el chico más reservado del grupo, se acercó a la mesa de bebidas con una expresión de incomodidad. Su mirada nerviosa iba de la botella al grupo riendo, buscando algo que calmara su ansiedad. Al pasar cerca de Iván, tropezó de manera desafortunada, derramando el champán sobre él.

—¡¿CUAL ES TU PROBLEMA?! ¿Mira lo que has hecho? —exclamó Iván, frustrado, mientras sus compañeros se reían a carcajadas, inmersos en la diversión del momento. La risa resonó en el aire, y Benito, con el rostro encendido por la vergüenza, se quedó paralizado, sin saber si pedir disculpas o simplemente alejarse.

Benito, sintiendo el peso de la humillación, se apresuró a disculparse.

—Lo siento, no te vi... Fue un accidente —dijo, su voz entrecortada por la incomodidad.

Iván, enfadado, se secó el cabello empapado con la mano, un gesto que solo acentuó su irritación.

—¡Eres un pendejo! ¡Esta botella es cara! —gritó, su mirada llena de desprecio.

Sin previo aviso, Iván agarró la botella de champán y, con un movimiento brusco, la vació sobre el cabello de Benito. La furia que emanaba de él era palpable, y en un arrebato de rabia, lanzó la botella al suelo, donde se rompió en pedazos, el sonido resonando como una explosión en el ambiente festivo.

—¡Que te quede claro, esto no es para ti! —le dijo con un tono cruel, disfrutando del momento.

Benito se quedó paralizado, su cabello empapado y su rostro marcado por la humillación. La música y las conversaciones se desvanecieron por un instante, creando una atmósfera tensa que pesaba sobre todos los presentes.

Carlos, al ver la escena, se acercó, molesto por el comportamiento de su compañero.

—Oye, Iván, ¿no puedes ser menos idiota? —interrumpió, con el ceño fruncido.

Iván, sorprendido por el reproche, alzó una ceja.

—¿Qué? ¡Solo estoy reaccionando! —respondió, como si su comportamiento fuera justificado.

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