1. Las acusaciones

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La noticia habia sido nacional, no habia noticiero, revista de deportes o cualquier otro medio de comunicacion que desmintiera la información y peor... su representante no había desmentido ni intentado ayudarle si quiera, parecía que todo se había puesto en su contra.

—El talentoso lirio de invierno, el joven prometedor del patinaje artístico con sus apenas diecisiete años, había llegado lejos, pero lo que nadie se esperó fue que saliera positivo en un test de sustancias ilícitas. Los reportes indicaban la presencia de esteroides, fue un escándalo para el medio artístico, en unas cuantas horas su prometedora carrera se desmoronó.

El intento apelar contra la supuesta prueba que le hicieron alegando que estaba equivocada y que para demostrar su inocencia estaba dispuesto a someterse a otras para validar los resultados, pero todo fue inútil

"Joven Izuku Midoriya, es nuestro deber informarle sobre la decisión tomada por la Federación de patinaje artístico, por lo que lamentamos informarle que se le sanciona a un año de suspensión en el que no puede tocar ninguna pista pública del país y tampoco podrá participar en ninguna competencia, le pedimos de la manera más atenta a abstenerse a acudir a eventos relacionados con el patinaje y respetar el fallo de la Federación hasta que finalice el periodo de sanción, atentamente Tsunagu Hakamada, presidente de la Federación de Patinaje Artístico."

Izuku sintió como todo su mundo se desmoronaba, no podía creerlo, todos sus esfuerzos, sacrificó familia, amigos e incluso en ocasiones su salud, sus lágrimas cayeron al mismo tiempo que releía la carta, pensando que tal vez había leído mal.
La noticia no sólo lo destrozó a él, sino también a sus padres, sus pocos amigos y sus seguidores estaban divididos mientras que unos lo juzgaban otros los apoyaban diciendo que creían en sus palabras. Las puertas de su más grande sueño se cerraban como un portazo a su rostro.

Su entrenador Mirai Sasaki, quien estaba totalmente decepcionado de su gran estrella tomo una cruda decisión, pues también los patrocinadores lo presionaron.

—Hola Midoriya — lo saludo de una forma muy fría, cuando fue a visitarlo a su casa — he venido porque sabes que prefiero las cosas directas — le entrego unos papeles — es la terminación de mi contrato, los patrocinadores no quieren tener a una joven estrella con su historial manchado, y yo... tengo una reputación que mantener

—Pero, Mirai, todo esto es una mentira yo jamás he consumido nada — se defendió
—Lo siento, Izuku —lo interrumpió su entrenador con un indiferente, que desgarró aún más el corazón del joven patinador— No puedo arriesgar mi carrera por alguien que está en el ojo del huracán, espero que entiendas.

Izuku apretó los papeles en sus manos, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con salir, el hombre que había sido su mentor, su guía, ahora lo dejaba solo en el momento en que más lo necesitaba. Lo miró con desesperación, buscando algún rastro del cariño y respeto que una vez habían compartido, pero los ojos de Mirai eran fríos, calculadores, como si ya hubiera dejado atrás todo lo que habían construido juntos.

—Sé que estás pasando por un momento difícil, pero esta es la realidad —continuó Mirai, encogiéndose de hombros— Espero que algún día encuentres una forma de limpiar tu nombre, pero, hasta entonces, es mejor que tomes un descanso. Quizás este año de suspensión te sirva para reflexionar.

Izuku no podía creer lo que escuchaba, sintió como si un puño invisible lo estuviera golpeando, aplastando cada fragmento que quedaba de su espíritu y las lágrimas finalmente escaparon de sus ojos, mientras su entrenador, daba media vuelta y salía por la puerta sin siquiera mirarlo de nuevo.
Sus piernas cedieron y cayó de rodillas al suelo, puso las palmas de sus manos igual, todo se derrumbó de la peor manera que le pudo tocar, quería gritar, romper todo, quería buscar la manera de sacar el dolor que sentía en ese momento, sus sueños ahora solo eran una pila de escombros, todo por lo que había trabajado no era más que polvo esparcido por todos lados.

No supo cómo, pero terminó encerrado en su habitación, el resto del día su telefono no dejó de sonar, llamadas que no pensaba contestar, mensajes de apoyo que estaban mezclados con los insultos en sus redes sociales, gente que lo llamaba tramposo, un fraude, mientras que otros solo le decían que lo apoyaban y no creían en la noticia que él había cometido esa infracción.

Con su reputación arruinada y el peso de todo lo sucedido, tomo una decisión, apagó su telefono y lo arrojo a un rincón de su habitación, empaco algunas cosas que consideró importante, tomo sus ahorros, dinero ganado de los premios por sus participaciones y eventos, y se dirigió al aeropuerto, iría a un lugar lejos de todo.

Luego de casi un día de vuelo, bajó del avión sentía su corazon vacío, pero había elegido ese lugar porque estaba tan lejos de Japón como pudo imaginar, un sitio donde nadie lo conociera, donde "el lirio de invierno" no significaba nada.

La ciudad de Tromso, Noruega, era mejor conocida como "La puerta de entrada al Atlántico", era perfecto para él, sus hermosos paisajes blancos, sus auroras boreales y lo más importante para él, sus vastas extensiones de nieve y hielo, en aquel rincón del mundo esperaba escapar de todo lo que lo estaba atormentando.

Tomo un taxi desde el aeropuerto hasta una pequeña cabaña que había alquilado en las afueras de la ciudad. El camino fue silencioso, con el motor del coche y el sonido de la radio que reproducía canciones en un idioma que no dominaba, observó desde la ventana los paisajes cubiertos de blanco, el cielo gris que parecia reflejar su estado de ánimo. Aun le parecía increíble cómo, en tan poco tiempo, su vida se había reducido a un exilio autoimpuesto en un país extraño, a miles de kilómetros de todo lo que conocía.

Cuando el taxi se detuvo frente a la cabaña, Izuku pagó al conductor y se quedó solo, frente a la pequeña estructura de madera. La cabaña era acogedora, con un tejado cubierto de nieve y una chimenea que echaba humo suavemente. El lugar estaba rodeado de árboles altos, cubiertos de escarcha, que parecían custodiar ese rincón solitario del mundo.

Entró y dejó su maleta en el suelo, caminó hasta la ventana y miró hacia el exterior. La nieve caía suavemente, cubriendo el paisaje en una manta blanca y brillante. Todo parecía tan tranquilo, tan ajeno a la tormenta que había dentro de él.

Finalmente terminó de recorrer todo el lugar y decidió que era hora de llamar a sus padres, debían de estar preocupados por él, aunque se negaría de informarles su paradero por el momento. Se sentó en el sofá junto a la chimenea el calor de las llamas le daban esa calidez que calmaba el frio tormento de su interior, con un suspiro, sacó su telefono, observó la pantalla apagada un momento antes de encenderlo finalmente.

Apenas lo hizo, una serie de notificaciones invadieron la pantalla: mensajes, llamadas perdidas, comentarios en redes sociales. Cerró sus ojos con fuerza, buscando ignorarlo todo y busco el telefono de su madre.

—Izuku, ¿dónde estás? —la voz de Inko sonaba desesperada al otro lado de la línea, podía imaginar a su madre, con el rostro pálido, el ceño fruncido y los ojos llenos de lágrimas.

—Estoy bien, mamá —contestó con voz suave, tratando de calmarla— Solo... necesitaba alejarme un poco.

—¿Alejarte? —su madre casi gritó—¡Has desaparecido sin decirnos nada! Tu padre y yo hemos estado llamándote, buscándote en todo Tokio, estamos muy preocupados, hijo. ¿Dónde estás? Por favor, dime que no hiciste ninguna tontería.

Izuku sintió un nudo en la garganta, pero forzó una pequeña sonrisa que, aunque su madre no podía ver, esperaba que se reflejara en su voz.
—No he hecho ninguna tontería, mamá, solo necesito tiempo para pensar, para... para entender qué es lo que voy a hacer ahora.

Hubo un silencio largo, roto solo por la respiración entrecortada de su madre. Finalmente, ella habló, con un tono más calmado, pero lleno de tristeza.

—Izuku, sé que todo esto es muy injusto, sabemos que tú no has hecho nada malo, tu padre y yo creemos en ti, siempre lo haremos. No importa lo que digan, tú no eres esa persona de la que hablan en las noticias.

—Gracias, mamá —susurró Izuku, sintiendo cómo las lágrimas volvían a amenazar con salir— Pero parece que no importa lo que yo diga, el mundo ya decidió que soy culpable.

—¡Eso no es cierto! —la voz de Inko se quebró Izuku supuso que estaba conteniendo el llanto—. Hay muchas personas que te apoyan, que creen en ti. Nosotros vamos a luchar para demostrar tu inocencia, hijo, tu padre está buscando a hablar con un abogado, a apelar la decisión. No podemos permitir que destruyan tu carrera así.

—No quiero que hagan nada, por favor —pidió Izuku mientras sentía como el nudo en su garganta no lo dejaba hablar — No quiero que se desgasten en esto, No creo poder enfrentarme a todo eso ahora, solo necesito... estar solo un tiempo, Prometo que estaré bien, pero necesito este espacio, te llamaré todos los días.

—Izuku... —la voz de su madre estaba llena de angustia—. ¿Estás seguro? Por favor, vuelve a casa, podemos arreglar todo juntos.

Izuku miró por la ventana, viendo cómo la nieve seguía cayendo, cubriéndolo todo

—No estoy listo para volver, mamá, solo dame tiempo. Lo siento, pero no puedo decirte dónde estoy, no ahora, si lo hago sé que vendrán por mí y yo no....—tomo una bocanada de aire antes de continuar — Pero te prometo que si necesito algo serás la primera en saberlo.

Hubo otro silencio, más largo que el anterior

—Está bien, Izuku. Si eso es lo que necesitas, lo respetaremos, solo... por favor, cuídate. Te queremos mucho, pase lo que pase, siempre vamos a estar aquí para ti.

—Lo sé, mamá, los quiero —contestó con sinceridad—. Y gracias... por creer en mí.
Izuku colgó la llamada y dejó el teléfono sobre la mesa, sintiendo una mezcla de alivio y culpa.

Había herido a las personas que más amaba al alejarse de esa manera, pero no veía otra opción. Necesitaba encontrar una forma de levantarse, de reconstruirse, y para eso, necesitaba estar solo. Se abrazó a sí mismo, sintiendo el frío exterior filtrarse a su interior.

Lirio de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora