4. fuerza y delicadeza

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Nemuri observó un momento más el intercambio de ambos jóvenes, y aplaudió llamando la atención

–Muy bien, Katsuki quiero que repitas la rutina desde el comienzo – comenzó a indicarle donde se había equivocado y como debía corregirle, luego se giró para ver a Izuku – ve a alistarte, entras a la pista cuando él termine, quiero ver cómo te desenvuelves en vivo – le guiño un ojo.

Ambos jóvenes no dijeron nada y se fueron a sus tareas asignadas, en el caso de Izuku cuando llegó a los vestuarios comenzó a respirar profundamente, se sentía demasiado nervioso, como si estuviera a punto de entrar a una competencia, tal vez por el hecho de ver a Katsuki ahí o por el hecho de que Nemuri evaluara su desempeño.

Cuando regresó vio a Katsuki ejecutar aquel movimiento que lo hizo caer, pero esta vez lo ejecutó a la perfección, realmente estaba fascinado por la forma de desenvolverse, comparado con él que sus movimientos eran suaves y delicados.

Katsuki finalizó su rutina, respiró hondo mientras se deslizaba hasta el borde de la pista y, sin quitarse los patines, se dejó caer sobre uno de los bancos cercanos, su mirada estaba fija en el centro de la pista, donde Nemuri daba los últimos detalles a Izuku antes de que comenzara su turno, tenía curiosidad de cómo se desenvolvería.

Recordaba cómo todos los medios del mundo deportivo y artístico había hablado del escándalo de Izuku, de cómo lo acusaron del consumo de sustancias. La verdad era que Katsuki nunca había creído en esas historias, algo dentro de él le decía que Izuku no era del tipo que haría algo así, pero tampoco había tenido oportunidad de verlo en acción después de todos estos años.

Observó cómo Izuku se posicionaba en el centro de la pista y justo en ese momento, no pudo evitar que un recuerdo de su propia infancia lo invadiera.

Era apenas un niño de 12 años, con toda la furia y pasión que lo seguia caracterizaba, en aquellos días, Katsuki ya amaba el patinar sobre hielo, se sentía imparable e invencible. Pero cuando el escándalo de sus padres se desató, su madre busco alejarlo por completo del hielo, llevándolo lejos de su padre tras la separación asentándose en Trompso sin saber que por pura casualidad conocería a Nemuri ahí y volvería a patinaje artístico a escondidas, mientras su mamá trabajaba y pensaba que su hijo estaba en un grupo de estudios la realidad era que tres veces por semana se la pasaba más de cinco horas en la pista, y no podia ser toda la semana porque lo único que si madre le había permitido es estar en el equipo de Hockey de su escuela.

Así que entrenaba en secreto, no le importaba que lo castigaran si lo descubrían; el hielo era su refugio. Había algo en la velocidad, en la agresividad, en los movimientos fluidos, que lo hacía sentir vivo.

Volviendo al presente y años después del escándalo mediático de la separación de dos estrellas del patinaje artístico, estaba frente a Izuku nuevamente. Y aunque había cambiado mucho, ese mismo fuego interno seguía ahí, solo que ahora había un aire más maduro en él, pero tambien más apagado por las cicatrices que dejó el sabotaje que le hicieron estar un año fuera de las pistas y las competencias, pero no estaba totalmente roto, pues ahí estaba como un pequeño niño con miedo pero con deseos de salir adelante.

Mientras Izuku comenzaba su rutina, Katsuki cruzó los brazos y se acomodó en el banco, sin apartar los ojos del chico, los primeros movimientos de Izuku fueron suaves, pero precisos, cada uno de sus deslizamientos era como si cortara el aire con una delicadeza que Katsuki solo podía envidiar, pero entonces llegó un giro, uno que Katsuki reconoció al instante: un axel doble, era un salto complicado, pero Izuku lo ejecutó con una perfección que lo dejó sin habla vio como sus piernas se extendieron en el aire antes de aterrizar con la misma suavidad con la que había despegado.

Katsuki se sorprendió a sí mismo sonriendo levemente.

"Este maldito nerd…" – pensó, pero no con desdén, sino con admiración "No ha perdido ni un poco de su habilidad."

Y aunque lo había visto en el pasado como un rival, ahora había algo más. Había crecido, igual que él, pero su estilo seguía siendo único, casi hipnótico, puesto que cada movimiento parecía estar lleno de una emoción que resonaba en lo más profundo del hielo y del lugar en general, no era solo habilidad, era una verdadera expresión de su ser.

Izuku continuó deslizándose con una fluidez que Katsuki no había visto en años, no pudo apartar los ojos de él, observando cada giro, cada paso. Había algo magnético en su forma de moverse, algo que había olvidado en su propia búsqueda de perfección técnica, tal vez eso era lo que siempre lo había distinguido y tal vez por eso fue saboteado, su talento era tan fluido y natural.

Cuando Izuku terminó su rutina con una pirueta muy complicada, Katsuki se encontró aplaudiendo antes de darse cuenta, al notar su propia reacción, rápidamente se cruzó de brazos nuevamente, intentando ocultar cualquier indicio de admiración.

Pero no pudo engañarse a sí mismo, el chico al que había conocido años atrás, aquel pequeño mocoso optimista, había crecido para convertirse en un patinador verdaderamente formidable.

Katsuki sentía que su propia pasión por el hielo, algo que había enfocado en el hockey y las técnicas agresivas, palidecía en comparación con la forma en que Izuku parecía dominar el hielo con cada movimiento.

Nemuri se acercó con una sonrisa que indicaba que estaba más que satisfecha con lo que había visto.

—Eso estuvo increíble, Izuku ¬¬– habló Nemuri muy emocionada – Tenemos que pulir algunos movimientos, pero con una canción y rutina adecuada te aseguro que ganaras el campeonato de un año

Izuku, respiraba con dificultad tras finalizar la rutina que le presentó, pero sonrió apenado ante las palabras de su maestra, estaba acostumbrado a las evaluaciones, pero hacía mucho tiempo que Mirai quien fue su maestro durante muchos años, no le daba algun elogio sincero por su desempeño

Sabía que tenía que trabajar en varios aspectos y que estar tanto tiempo fuera de las pistas podían mermar sus resultados, pero con Nemuri ahí sentía que todo saldría bien. Sintió la mirada de Katsuki que por indicación de su maestra se acercó a ellos.

–¿Qué opinas, Katsuki? – preguntó emocionada – No es tu estilo, pero la verdad lo hizo increíble.

Se tomó un momento antes de responder, soltando un leve suspiro.

—No está mal —respondio intentando controlar su emoción, su voz salió de manera más neutral —Sus movimientos son precisos, y tiene un control del hielo que pocos tienen.

Izuku lo miró, sorprendido por el comentario, pensó que Katsuki haría una enorme lista de todos los errores que cometió como solía hacerlo en el pasado cuando aún eran niños.

—Pero... — Agregó Katsuki, con una ligera sonrisa en los labios— le falta algo de fuerza, es demasiado delicado, le vendría bien un poco más de agresividad, más poder en sus saltos.

Nemuri soltó una suave risa ante la respuesta, conocía bien a Katsuki y sabía que, a su manera, acababa de darle un cumplido a Izuku. Era raro que el joven reconociera el talento de alguien más, pues cuando le tocaba verlo en Hockey o él cuando se quejaba de algun compañero por su mal desempeño, no se media en sus palabras, era demasiado duro.

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No sé ustedes, pero creo que alguien ya cayó sin que el otro hiciera algo

Lirio de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora