El entreno

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Chiara

Estoy en mi casa pensándome si llamar o no a Violeta, ya que el otro día le dije que le hablaría para ir a enseñarle a su niña algo de fútbol americano. Estoy en la cama pensando, hasta que se abre la puerta y entra Ruslana mirándome fijamente.

—¿Quieres llamarla ya, Kiki? Llevas así dos días —me suelta, graciosa pero con tono de juicio.

—Es que no sé si querrá que realmente vaya.

—¿Pero tú eres tonta? Has visto cómo te mira. Esta dice que te odia, pero está coladita por ti.

—¿Joder, en serio? ¿Tú crees?

—¡Claro, Keeks! Llámala ya o escríbele, no esperes más, anda.

Ruslana me ha convencido. Tal vez debería darle una oportunidad a Violeta y ver si consigo algo, porque a mí realmente me gusta. Solo estuve con su amiga de pequeñas porque siempre pensé que Vio no estaba a mi alcance y me tuve que conformar. Pero ahora que tengo esta gran oportunidad, pienso aprovecharla. Voy a llamar a Violeta. Marco su número y espero a que conteste desde el otro lado de la línea.

—¿Quién es? —escucho a Violeta con tono sorprendido.

—¡Hola, Vio! Soy yo, Chiara.

—¡Ah, hola Kiki! ¿Necesitas algo o por qué llamas?

—No, es por lo que hablamos el otro día de tu pequeña. Me preguntaba si puedo ir en una hora a enseñarle algo de fútbol americano, si te parece bien —digo con tono alegre.

—¡Claro que me parece bien! Puedes venir cuando quieras, tenéis el patio libre para hacer todas las prácticas que queráis. Voy a decírselo a Ali, que se va a poner súper feliz. Muchas gracias, Kiki.

—Vale, perfecto. Pues en una horita estoy allí. Ahora nos vemos, Vio.

—¡Hasta ahora!

Al colgar la llamada, miro a Ruslana, que me mira emocionada, sentada a mi lado en la cama. La miro, me río y me levanto a comenzar a prepararme para el entreno de la tarde con Ali. Cojo mi equipación y mis protecciones, junto a dos o tres balones, conos y algún otro elemento para entrenar. Después, abro un pequeño cajón y saco mi equipación de cuando tenía la edad de la hija de Violeta.

—Kiki, esa es tu equipación de pequeña —dice Ruslana emocionada.

—Sí, Rus, sí —digo mirando la ropa con algo de nostalgia.

—Es bonito que vayas a dejársela a la niña de Violeta. Eso le va a encantar.

—Espero que les guste mucho, la verdad. Me hace mucha ilusión enseñar a esa niña con el mismo sueño que yo.

—¡Jo, Keeks! Eso es precioso. Venga, espabila, que todavía llegarás tarde, lenta.

Miro la hora y veo que voy con el tiempo pegado al culo. Empiezo a coger mis cosas con velocidad, salgo por la puerta de la habitación seguida por Ruslana y veo a Martín en el sofá.

—Hola, chicas. ¿Dónde vais, Kiki? —me dice Martín, sorprendido de lo cargada que voy.

—Que te lo cuente Rus, que yo voy con prisa.

—Vale, que vaya bien, hermanita. ¡Adiós!

Se despiden y me voy pitando hacia el coche.

Violeta

Desde que me he enterado de que venía Chiara, estoy muy nerviosa. Ya le he dicho a mi hija que vendría en un rato a enseñarle algo de fútbol americano y ella se ha puesto súper feliz, pero yo, estoy muy confundida. Cada vez pienso más en que me está empezando a gustar Kiki, y eso me asusta porque no le quiero hacer daño con mis confusiones, y no sé ni si ella siente lo mismo que yo. Solo sé que me gustaría arriesgarme y ver qué surge en esta aventura de reencuentro con la Vio del pasado. Solo espero que salga bien. Mientras sobrepienso en qué debo hacer cuando llegue Chiara, me interrumpe el sonido estridente del timbre de casa. Me levanto bastante nerviosa del sofá y camino hacia la puerta para ver quién es y poder abrirla.

—Hola, Vio, ya estoy aquí. Perdona por la espera, había un poco de tráfico —me dice una Chiara sonriente, apoyada con una gran mochila en el marco de la puerta.

—Tranquila, que has llegado bien. Pasa, anda, que voy a llamar a Ali para que podáis empezar —digo entusiasmada—. Por cierto, el patio está a la derecha, para que vayas preparándote si quieres.

—Gracias, Violeta. Voy colocando las cosas necesarias para cuando bajéis.

Subo las escaleras de prisa para avisar a mi hija cuanto antes. No quiero hacer esperar a Chiara. Abro la puerta de la habitación y veo a Ali viendo un partido de Chiara en la televisión.

—Anda, hija, deja de verlo por la tele, que ya la tienes en el patio esperándote —le digo riendo.

—¿¡En serio, mami!? —se levanta gritando emocionada—. ¡Voy corriendo!

Tras decir eso, sale corriendo escaleras abajo y yo la sigo hasta el patio. Cuando llego, la veo abrazada a Chiara; se las ve a las dos muy felices. Podría llegar a acostumbrarme.

—Os he traído una sorpresa —dice Kiki abriendo la mochila—, sobre todo a ti, pequeñaja.

—¿¡Qué es, qué es!? —salta Ali, entusiasmada por la sorpresa. Yo las miro atentamente a dos metros de la escena.

—Mira, peque, esto es para ti —saca un uniforme de fútbol que me suena muchísimo de haber visto antes.

—Chiara, ese es tu uniforme de cuando éramos pequeñas. Me encanta —digo alegre, mirándola a los ojos.

—Sí, Vio, es aquel famoso uniforme, y ahora es para la pequeña Ali —dice, poniéndoselo a mi niña y alzándola en brazos por el patio.

De repente, se ponen a entrenar y las veo tan en su propia burbuja que me siento a observarlas en una silla. Chiara está tan guapa, bueno, tan guapa como siempre. Estoy tan embobada mirándola que no me doy cuenta de que ella también me está mirando a mí. Me quedo sorprendida y, de repente, veo cómo, desde lejos, me guiña un ojo y sonríe. Esta chica quiere matarme, en serio. Veo que las dos se acercan hacia mí y Ali suelta:

—Mami, ¡super Kiki dice que se tiene que ir ya a casa! —dice Alicia, triste.

—¿Super Kiki? —pregunto yo, mirando sorprendida a Chiara.

—Bueno, así es como la enana ha decidido llamarme. ¿No te gusta?

(¡Me encanta, pero me gustas mucho más tú, Chiara!) es lo que quiero decirle, pero me limito a soltarle un simple:

—Claro, es bonito y te queda bien.

—Bueno, me voy ya, ¿vale? —dice Kiki, cogiendo sus cosas. Me levanto y la freno antes de que salga.

—No, no, tú te quedas hoy aquí a cenar. Ahora van a venir Denna y Alex, y tú puedes invitar a Ruslana y Martín también. Podemos pedir pizza o lo que os apetezca —le digo, intentando convencerla.

—Me parece una buena idea, me has convencido, cabezota —dice riendo.

—¡Bieeen, super Kiki! Vamos a cenar juntas —dice Ali, saltando hacia Chiara.

—Sí, monito —suelta cariñosamente Kiki.

Entonces, nos metemos dentro de la casa y empezamos a llamar a nuestros amigos para la mítica cena.





Holaa, perdón por la espera, se me complicaron las cosas y no pude actualizar, pero esta semana estaré por aquí subiendo cositas.

Os quieroo, gracias por leer.

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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