parte 7: "Un tropiezo inesperado"

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El Imperio del Brasil no soportaba más estar en ese incómodo salón con la mente enredada entre pensamientos confusos. La cercanía de Gran Colombia lo desestabilizaba de una forma que jamás habría imaginado. Sabía que necesitaba calmarse, que perder el control no era una opción. Con un suspiro frustrado, se levantó lentamente de su asiento, buscando poner en orden sus emociones.

Sentía que el peso de su fachada, la armadura que había construido con tanto esmero, comenzaba a resquebrajarse con la simple presencia de Gran Colombia. Pero justo en ese momento, cuando el Imperio del Brasil intentaba alejarse un poco para pensar con claridad, Gran Colombia se levantó también de manera un tanto apresurada, como si quisiera seguirlo o quizás decirle algo.

Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos.

Ambos tropezaron. Fue tan rápido y torpe que no pudieron evitarlo. Sus pies se enredaron en una sincronía extraña, y antes de que el Imperio del Brasil pudiera reaccionar, Gran Colombia perdió el equilibrio y cayó sobre él, tumbándolo de espaldas contra el suelo de mármol del salón.

El impacto fue suave, casi irreal, pero lo que sucedió después hizo que el mundo entero se detuviera por un instante.

Los labios de Gran Colombia, por un breve pero eterno segundo, tocaron los suyos.

El Imperio del Brasil sintió como si un rayo le recorriera el cuerpo, desde la punta de los dedos hasta el centro de su pecho. Su mente, normalmente tan fría y controlada, entró en un caos total. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, acelerados, confundidos. Todo el mundo exterior se desvaneció; no había nada más, solo ese inesperado contacto que no debió haber pasado, pero lo hizo.

Por un momento, ni siquiera se movieron. Ambos parecían petrificados, con sus cuerpos demasiado cerca, respirando el mismo aire, sintiendo la proximidad que ninguno había buscado, pero que de alguna forma los envolvía en una sensación abrumadora.

Gran Colombia, sorprendido por la situación, abrió los ojos rápidamente y se encontró a escasos centímetros del rostro del Imperio del Brasil. El Alfa no pudo evitar ruborizarse, su calidez habitual pareció intensificarse en ese espacio diminuto que compartían. Quería decir algo, disculparse tal vez, pero las palabras se le atoraron en la garganta.

El Imperio del Brasil, por otro lado, intentaba reprimir una ola de emociones que no reconocía del todo. El beso había sido un accidente, lo sabía, pero el ligero hormigueo en su pecho le decía que había algo más detrás de ese momento, algo que jamás se habría permitido sentir. Se obligó a mantener su compostura, pero dentro suyo, una pequeña parte, muy profunda y escondida, casi lo disfrutó.

Brasil, que había presenciado todo en silencio, miraba la escena desde la distancia con una leve sonrisa en su rostro. Sabía que su mentor odiaba los abrazos, especialmente si se trataba de la cintura, pero esta situación era diferente. No dijo nada, solo observaba con una mezcla de expectación y complicidad, sabiendo que esto solo era el inicio de algo mucho más grande, algo que ninguno de ellos estaba preparado para enfrentar aún.

El Imperio del Brasil finalmente reaccionó, empujando a Gran Colombia de manera firme pero contenida. "Levántate", ordenó en un tono frío, pero tembloroso, mientras se reincorporaba con esfuerzo, evitando a toda costa mirar a los ojos de Gran Colombia.

Gran Colombia, aún perplejo, se levantó con torpeza, su expresión de disculpa evidente en su rostro. “Lo siento, de verdad no fue mi intención...”, comenzó a decir, pero su voz se apagó cuando notó el leve sonrojo en el rostro del Imperio del Brasil, un detalle tan sutil que parecía imposible de creer.

“No hablemos de esto”, interrumpió el Imperio, volviendo a su habitual tono glacial, intentando recuperar su dignidad perdida en ese momento. Sin embargo, su respiración aún era irregular y su mente estaba en un caos que no sabía cómo manejar.

Gran Colombia, aunque avergonzado, no pudo evitar sonreír levemente. No lo había planeado, pero algo dentro de él se encendió con esa cercanía accidental. Quizás había algo más, algo que valía la pena descubrir.

Mientras se miraban brevemente, cada uno luchando contra sus propios pensamientos, Brasil susurró en voz baja en su lengua natal, contando en portugués: "Três, dois, um…"

Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que las chispas de ese encuentro desencadenaran un incendio mayor. Y en el fondo, sonrió para sí mismo, consciente de que el destino ya había empezado a tejer algo mucho más complicado entre esos dos líderes.

Este no era el final, sino apenas el principio de un caos emocional del que ninguno de ellos podría escapar.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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entre sombras y destinos: un amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora