capítulo 4: "Fricciones y Vínculos: En la Sombra de las Fronteras"

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La noche había caído sobre el palacio del Imperio del Brasil, envolviendo todo en una tranquilidad engañosa. El fuego en la chimenea crepitaba suavemente, lanzando sombras danzantes en las paredes adornadas. Brasil, con su energía juvenil, seguía buscando formas de mantener la conversación con su mentor, pero su mente estaba inquieta. En un momento de distracción, recordó que había algo que había olvidado.

“Mentor,” comenzó Brasil, su voz llena de una repentina emoción, “tengo que entregarte esto.” Con un movimiento rápido, sacó una carta sellada con el emblema del gobierno de Gran Colombia de su bolsillo. La entregó al Imperio del Brasil, su expresión de preocupación evidente.

El Imperio del Brasil tomó la carta con una mezcla de curiosidad y cautela. Con un gesto firme, rompió el sello y comenzó a leer el contenido. La luz del fuego iluminaba su rostro, revelando una mezcla de emociones que iba desde la sorpresa hasta la frustración. Al finalizar la lectura, dejó caer la carta sobre la mesa, el rostro sombrío.

“Dicen que requieren mi presencia para discutir ciertos asuntos mañana,” musitó, su tono lleno de desdén.

Brasil, que observaba atentamente, no pudo evitar hacer un comentario sarcástico. “Así que mañana te irás a ver a tu futuro alfa, ¿eh?” La broma salió de sus labios con un tono ligero, como un intento de aliviar la tensión que se había acumulado en el aire.

El Imperio del Brasil giró la cabeza hacia su aprendiz, su mirada ahora intensa y seria. “Ningún alfa va a poner una sola mano en mi cuerpo,” afirmó con determinación, cada palabra marcada por una gravedad palpable. “Y si lo intenta, te lo aseguro, no saldrá vivo para contarlo.”

Brasil sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no se dejó amedrentar. “Entonces eso significa que nunca tendré un padre,” dijo, su voz más suave, como si la realidad de sus palabras comenzara a calar hondo.

La respuesta del Imperio del Brasil fue rápida, aunque su expresión se suavizó ligeramente. “Exactamente. Nunca de los nunca.”

Las palabras resonaron en la sala, cargadas de una tristeza que no podían ignorar. Brasil bajó la mirada, sintiendo un vacío que se expandía entre ellos. La idea de un padre perdido o inalcanzable siempre había sido un punto doloroso para él, y aunque el Imperio del Brasil nunca había sido una figura paterna convencional, su relación significaba mucho.

“Pero… ¿por qué?” Brasil se atrevió a preguntar, la vulnerabilidad en su voz contrastando con la firmeza de su mentor. “¿Por qué te niegas a aceptar a alguien así? ¿No sería más fácil tener una relación que podría beneficiarte y a mí?”

El Imperio del Brasil se cruzó de brazos, su postura defensiva reflejando su incomodidad con el tema. “Familiarizarme con alguien en una posición de poder implica abrirme a un nivel de vulnerabilidad que no estoy dispuesto a asumir. Los alfas no siempre tienen las mejores intenciones, y he aprendido por experiencia que no todos los vínculos son seguros.”

Brasil frunció el ceño, luchando por comprender la perspectiva de su mentor. “Pero no todos son iguales. Tal vez alguien podría traerte más que peligro. Podría ser una oportunidad.”

El Imperio del Brasil exhaló un suspiro, como si el peso de sus experiencias pasadas se acumulara en su pecho. “Las oportunidades son un riesgo, Brasil. Y el riesgo tiene un costo. He aprendido que, en el mundo del poder, el costo es a menudo demasiado alto.”

Brasil se sintió frustrado, sabiendo que su mentor llevaba consigo heridas que eran difíciles de sanar. “Pero no puedes vivir siempre en la sombra del pasado. A veces, los vínculos pueden ser nuestra fortaleza, no solo una debilidad.”

El Imperio del Brasil se quedó en silencio por un momento, su mente luchando con las palabras de Brasil. “Quizás tienes razón,” admitió, su voz más suave. “Pero es un camino que debo recorrer con cautela. Aprender a confiar de nuevo no es algo que se logre de la noche a la mañana.”

La conversación los llevó a un silencio introspectivo. Brasil observó al Imperio del Brasil con una mezcla de admiración y tristeza, sabiendo que su mentor era un hombre de principios firmes, pero también de un pasado doloroso. Era en esos momentos de vulnerabilidad donde la conexión entre ellos se sentía más fuerte, como si ambas almas buscaran formas de sanar las heridas del pasado.

Al final, el fuego en la chimenea ardía con una luz cálida, recordándoles que la noche aún era joven. A pesar de las sombras de la incertidumbre que se cernían sobre ellos, la conversación había abierto una puerta, una posibilidad de comprenderse mejor el uno al otro.

“¿Qué haremos mañana?” preguntó Brasil, rompiendo el silencio.

El Imperio del Brasil sonrió levemente, dejando que la tensión se desvaneciera. “Mañana, enfrentaremos juntos lo que venga. Después de todo, siempre estoy aquí para protegerte.”

Ambos compartieron una mirada que decía más que las palabras. Y aunque el mundo que les esperaba estaba lleno de desafíos, por primera vez, había un resplandor de esperanza en la noche que los rodeaba.

entre sombras y destinos: un amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora