Llorar no significa que no seas fuerte. Todos nos rompemos en algún momento, es parte de nosotros.
— ¿Alice...?Inmediatamente tapo mis ojos con unas de mis manos totalmente avergonzada. Joder ¿Le abre así a todos?
— ¡Ponte algo! —le reclamo con voz aguda.
—Mierda, cierto ¡Perdón! —su disculpa la escucho algo alejada por lo que al parecer ha ido a buscar algo que ponerse.
Vaya bienvenida. De verdad, de todos los reencuentros que sucedieron en mi mente, este nunca se me ocurrió. O sea, ¿Quién diablos le abre la puerta de su habitación a alguien, desnudo? Solo que sea un stripper barato o un estúpido exhibicionista. Espero que solo sea pura equivocación.
Me aparto la mano del rostro y tomo la maleta. Observo por la rendija que ha quedado expuesta entre el marco de la puerta y la madera, esperando a Nathaniel. Apuesto a que mis mejillas aún están rojas por la sorpresa.
Como para no estarlo.
La presencia de Nathaniel aparece unos minutos después, con su cuerpo embutido en un albornoz blanco con el símbolo del hotel tallado en dorado en el pecho. Su cabello se encuentra desordenado y algo mojado, algunas gotas le caen por el cuello delatando que se acaba de dar una ducha.
—Disculpa por la demora. Al parecer ha ocurrido un error con mi maleta...Pero bien ¿Qué haces aquí?
Pues claro que ha ocurrido un error con su equipaje, es el que traigo en mi mano.
—Pues, parece ser que tomé tu maleta por equivocación. —respondo señalando la misma a mi lado con mi cabeza.
Los ojos azules de Nathaniel se dirigen inmediatamente hacia el objeto y detecto una mezcla de alegría y perplejidad en ellos.
— ¿Puedo pasar?
—Claro.
Nathaniel hace un espacio y me invita a pasar dentro de la habitación. Fugazmente al caminar por su lado, el aroma a cítricos que desprende se aferra como una garrapata a mis fosas nasales, por un momento lo asocio a un viejo recuerdo...pero me sorprendo al ver que es totalmente diferente. Es un olor único, nunca antes lo había sentido.
Naranjas. Me gusta.
Sacudo imperceptiblemente mi cabeza y sigo avanzando hasta detenerme ante un increíble espacio con un inmenso ventanal con vistas hacia el exterior. A mi izquierda, un gran apartado con una pequeña cocina, aunque bastante moderna y a mi otro lado una puerta que colinda con la cama, debe de conducir al cuarto de baño. Las paredes están forradas de un color blanco casi cegador, y el piso se encuentra complementado de baldosas verdes esmeralda con textura gelatinosa. Parecieran cubos de hielo con colorante en el interior. Mis pasos llegan hasta la cama, donde descansan pétalos rosas algo esparcidos por la maleta que reposa sobre ellos, sobre la gran sábana con olor a fragancias irresistibles.
Mi maleta. Abierta. Con mis cosas expuestas para cualquier persona.
Mis tenis aplastan el felpudo de algodón y mis ojos pasean desesperadamente por todas mis pertenencias, buscando si falta alguna. Mi ropa, mi portátil, algunos zapatos que decidí traer, mis cosas personales, mis fotos, todo. Todo está. Suelto un suspiro aliviado y levanto la mirada hasta encontrarme con Nathaniel mirándome con los brazos cruzados. Abro la boca para hacerle una pregunta, pero él se adelanta.
—No he tocado nada. Ni siquiera sabía hasta hace unos minutos.
Menos mal.
—Gracias. —trago hondo—. Aunque yo no puedo decir lo mismo.
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Conquistando tu corazón.
Romansa¿Las almas gemelas llegan a encontrarse algún día? Luego de la muerte de su hermana, Alice se ve desorientada y perdida en el mundo. Lily era su alma gemela, su mejor amiga, su hermana, su todo. Nunca imaginó que su corazón llegara doler tanto. Adem...