Parte Uno: Aturdimiento

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En el mundo hay profesiones que requieren que lo escabroso y desagradable se convierta en lo común. Policías, cuerpos de rescate e incluso los embalsamadores que se encuentran en el penúltimo eslabón para llevar los cuerpos al descanso. La muerte se convierte, no solo en un suceso de todos los días, sino en aquello que les brinda el sustento, causando que, con el pasar del tiempo, eventos que podrían causarle un trauma a un ciudadano como no sean más que un martes cualquiera. No obstante, esto no se trata de una regla escrita en piedra, encontrando sucesos inusuales que pueden causar escalofríos y terrores nocturnos hasta en los más capacitados. Este caso es uno de ellos.

Todo empezó el día 8 de Agosto a las 12:32 horas del mediodía. Un cadáver fue encontrado en etapas tempranas de descomposición. El cuerpo se encontraba escondido en un pequeño espacio entre dos edificios en la zona de San Pedro. Horas antes, el dueño de un local cercano reportó un olor desagradable a la policía local, quienes comenzaron con la búsqueda para hallar con prontitud este escabroso crimen. Al parecer el cadáver había sido lanzado en una bolsa de jardín desde el tercer piso de uno de los edificios adyacentes. El espacio era tan escaso entre las paredes de un edificio y otro que fue necesaria la asistencia de los cuerpos de rescate para extraer el cadáver sin causar más daños. Aproximadamente hora y media después el laboratorio forense recibió una cabeza y torso de un adulto joven de género masculino. El cadáver presentaba quemaduras graves que impedían identificar el rostro, mientras que sus brazos y piernas parecían haber sido removidos con herramientas de corte de precisión. El torso tenía segmentos de piel que había sido separada del musculo, sin embargo, parecía que el culpable de tal acto se arrepintió de arrancar la piel, cociéndola en su lugar con hilo de carnicero. En un principio los forenses pensaron que el asesino podía haberse visto abrumado al ver el estado que había infringido en su pobre víctima, no obstante, no tenía sentido considerando la condición de los restos encontrados, ya que también se descubrió que el corazón, hígado, riñones, lengua y cerebro no se encontraban dentro del cuerpo ni en el lugar donde fue descubierto.

Debido a la condición del cadáver la policía envió una solicitud al Archivo Criminal de San José para la revisión del registro de ADN, encontrando que el cadáver coincidía con una persona joven que estuvo en prisión por robo y posesión de sustancias ilegales. Cuarenta y ocho horas después del hallazgo del cuerpo, un oficial arribó frente al hogar de los padres de Ricardo Jimenes en una patrulla de la policía comunal para comunicar la noticia, siendo atendido por la madre del joven, quien permitió que el policía entre a su hogar, consciente de los antecedentes de su hijo.

—Señora, lamentamos mucho venir a incomodarla, pero...

—No se preocupé, yo ya sé que parí, solo dígame en que se metió y si se lo tienen que llevar —la madre interrumpió al oficial, con un tono de voz tranquilo.

—Verá, anteayer los compañeros de San José encontraron un cuerpo metido entre dos edificios —explicó el hombre, tragando con dificultad al ver como la madre se cubría el rostro con horror—. No le voy a mentir, el cuerpo estaba en muy mal estado, pero después de realizar la prueba de ADN descubrimos que se trata de su hijo... lo siento muchísimo

—Mi hijo, ja, ja, ja —la mujer se carcajeó con fuerza, tomando al oficial por sorpresa—. Óigame, que lo encontró la policía

Después del grito la mujer golpeo un par de veces en la puerta de una de las habitaciones de su hogar, de la que emergió un muchacho adormilado de piel canela y cabello lacio. Su complexión era fornida y en su pecho descubierto tenía un tatuaje con la palabra "Sapore" junto a un cuchillo y tenedor cruzados. El joven soltó un pesado suspiro, lanzándose a su madre como si no le sacara dos o tres cabezas de altura.

—Mami, yo no he hecho nada —masculló el joven adulto.

—Yo sé que no, pero el señor dice que se lo encontraron a usted —responde la madre.

SaporeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora