Daniela
Todo esto está mal. ¿A quien se le ocurre seguir a una niña de 16 años, a una “excursión” porque según ella estaba aburrida? ¿Pues a quien va a ser? A nosotros.
—Chloe, ¿Sabes siquiera a donde vamos?
—A la aventura, Dan.Suspiré, ¿Porqué siempre nos acabamos metiendo en líos? Primero estaba aquella vez que nos castigaron a todos porque alguien, Máx, congeló sin querer el agua del instituto y le tuvimos que cubrir para que pareciera que había sido una simple trastada, o aquella otra vez en donde la misma Chloe provocó un tornado que destrozó el camping donde estábamos acampando, aún sigo sin creerme como se tragaron que eso lo hicieron los animales salvajes.
—Venga Dan, no pasará nada.
—No se yo, ¿Recordáis la última vez que nos escapamos mientras dormían?
—Solo nos castigaron media vida —dijo Nico mientras saltaba la valla del jardín de la Abu Emma—. Estoy con Dan, ¿Qué puede salir mal está vez? ¿Qué nos secuestren porque se han enterado de que somos un experimento? —dijo Nico con ironía.
—Nico, si lo dices tan alto seguro que se enteran —Max aportó—. Además nosotros nos enteramos hace unos meses, no se darán cuenta.Mientras doblamos la esquina entramos en una manifestación, obviamente por el experimento “Los Elementos” definitivamente no se complicaron con el nombre, sencillo y práctico, supongo.
—Venga chicos, pasemos rápido.
Todos estábamos siguiendo a los manifestantes, no había otra forma de continuar. Pronto llegamos a un lugar amplio, como si fuera una plaza pero a las afueras de Madrid.
Allí había un pequeño escenario donde había un señor anciano por lo menos de 67 años.
—Queridos manifestantes, estáis aquí porque el gobierno os quito, os arrebató, aquello que más queríais. Vuestros hijos, vuestros amigos y ¿En qué los convirtió? En unos monstruos.
Los cinco nos miramos entre nosotros.
—¿Pero de qué va el viejo ese? Que de una patada ya se cae al suelo —Nico muy “amablemente” dijo.
—¡Calla, Nico! —Aurora, la más responsable le calló, estábamos casi en primera fila y el anciano podía escucharlo.Hubo un silencio y algunos cuchicheos.
—Soy el Comandante Yunior. Yo sé que entre vosotros hay monstruos de los que tanto protestáis. Chicos, adelante.
Unos hombres salieron detrás del escenario, armados, empezaron a atacar a los civiles y gracias a nuestro imán de problemas Aurora salió herida y como acto reflejo el agua de un estanque cercano se congeló, atrayendo la atención del comandante.
—Son ellos, atraparlos.
Después de esa orden los soldados nos rodearon mientras nos apuntaban, nosotros estábamos intentando parar la sangre que brotaba de su abdomen. Enseguida nos llevaron a rastras a una furgoneta.
Nos tiraron dentro, como si fuéramos unos animales con la rabia, esto provocó que Aurora gritara de dolor al impactar contra el frío y duro suelo de la furgoneta. La furgoneta está extraña, tenía dos filas de asientos a los lados, pero, la seguridad era una mierda. No había nada para sujetarse y mucho menos cinturón de seguridad.
Yo me había sentado al lado de Aurora mientras le apretaba la herida, intentando que no sangrara más.
—Dan, intenta hacerle un torniquete —Max dijo mientras nos miraba preocupado—. Como nos enseñaron en el campamento ese.
«Es verdad, el año pasado en el camping ese, hicimos un curso de primeros auxilios, no lo llegamos a acabar más bien lo destruimos»
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La nueva era
Science FictionDespués de meses en una extraña calma, el pasado vuelve a atormentar al Equipo Trébol. Desconfianza y terror reinaban en las calles de Madrid, los hijos de los Tréboles tendrían más de un obstáculo que superar. Definitivamente, nunca había sido tan...