Solo Fue Un Sueño, ¿O Quizás No?

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Solo una pacífica mañana como todas. Recuerdo que estaba volando por ahí mientras ayudaba a cualquiera que lo necesitase, pero esto era diferente, me sentía ansioso o no lo sé, solo sé que era una sensación premonitoria que nunca había sentido antes. Pero, cuando nadie se lo esperaba, en el momento más tranquilo, empezó la masacre... Todos huían despavoridos con tal de no ser lastimados, mientras nosotros intentábamos todo a nuestro alcance protegerlos y refugiarlos. Pero él tenía algo en claro: solo quería vernos sufrir y agonizar. Nos lastimó en partes específicas para que así no pudiéramos movernos con tanta facilidad, mientras sentíamos una agonía nunca antes experimentada por algún ser existente o por existir. Pero, aun así, hacíamos el intento de luchar y detenerlo, aunque en el fondo supiéramos que era inútil. Veía cómo cada uno caía, lo cual hizo que me estremeciera. Y cuando llegó mi turno, ¡él tuvo el descaro de agarrarme bruscamente y aventarme personalmente! Como no podía asimilar el hecho de que estaba cayendo fuera de Aether, no tuve tiempo suficiente para poder agarrarme de algo. Pero, una vez que estaba cayendo...

—¡AHHHHHHHH!

Se escuchaban mis gritos agonizantes, combinados con cánticos angelicales, mientras los otros repetían lo mismo. Veía oscuridad, junto a ruidos bastante desagradables avecinándose, pero realmente no me importó, ya que estaba más centrado en el hecho de que estaba literalmente envuelto en llamas. Cada segundo que pasaba solo sentía más de ese maldito dolor insoportable por cada parte de mi cuerpo. ¿¡Siquiera se supone que debería sentir eso?! Entonces lo vi a él, cayendo hacia mí mientras sostenía algo amarillo como el sol entre sus manos, y todavía tenía el descaro de reírse. Pero mi atención no solo se dirigió a ese fruto que él sostenía, sino que también un poco fue dirigido a esa extraña corona que portaba. Nunca la había visto antes, y por eso se me hacía bastante difícil distinguirla. Pero entonces, él me aventó ese fruto amarillo y, cuando lo atrapé, cada parte de mí estaba ardiendo como si algo urticante me hubiera tocado hasta el rincón más profundo de mi ser.

Desperté escuchando la alarma rápidamente y miré la hora.

—Uff, aún es temprano para la escuela —dije con alivio, ya que estoy acostumbrado a siempre levantarme bastante tarde. Escuché un grito que venía de la planta baja:

—¡CROWN, DESPIERTA! SE TE OLVIDÓ QUE HOY HUBO CAMBIO DE HORARIO.

Rápidamente bajé corriendo por las escaleras mientras me ponía los zapatos de manera torpe. Cuando bajé, vi a mi madre parada en la cocina con mi mochila en la mano.

—Lárgate rápido que se te hace tarde —dijo mi madre en un tono molesto pero bastante sereno. Tal vez no era tan tarde como yo creía.

—¿Y Fátima? —pregunté por mi hermana mientras la buscaba. Mi madre se volteó rápidamente hacia mí, soltó un suspiro que mostraba su desinterés, y finalmente me dirigió la palabra.

—Ya se fue de camino hace ya mucho rato —dijo bastante serena, y finalmente se fue. Abrí la puerta y empecé a dirigirme camino a la escuela.

—¡Tú! —rápidamente dirigí la mirada a... agh, Casandra, mi vecina la loca.

—De la luz has caído y a la luz debes retornar, porque si no, no habrá algún hogar.

Fingí escuchar atentamente solo por respeto a esa mujer, pero algo me llamó la atención. «¿Acaso esto tiene que ver con mi sueño?» —pensé, pero rápidamente descarté la idea, ya que se trataba de posiblemente la mujer más loca del mundo.

—Sí, claro... La luz me dice que debo ir a la escuela porque se hace tarde. ¡Adiós! —dije nerviosamente mientras me alejaba rápidamente.

—¡Espera! Tú debes de volver porq- —No pude terminar de escuchar, ya que debido a la velocidad en la que me dirigía a la escuela, llegué a un punto donde no podía escuchar ni sus gritos.

Cuando finalmente llegué a la escuela, velozmente busqué mi casillero y lo abrí solo para encontrármelo lleno de chicles. ¡Algún chistosito debió haber hecho eso solo porque le parecía "gracioso"! Intenté quitar los chicles sin que alguno se pegara a mi ropa o cabello, y dejé mis cosas ahí sin ordenar. Me dirigía al salón para al menos alcanzar una pequeña parte de la clase, y con suerte, la maestra no se daría cuenta de que estuve ausente. Hice el menor ruido posible con tal de que nadie se diera cuenta, ya que todos estaban dirigiendo su atención al pizarrón. Cuando, de repente, la madera del piso crujió, haciendo un ruido desagradable, y todo el salón, que estaba en total silencio, me volteó a ver fijamente.

—JAJAJAJAJA.

Rió todo el salón al verme paralizado como una zarigüeya haciéndose la muerta.

—¡Silencio! —exclamó la maestra, haciendo que rápidamente todo el salón quedara en silencio.

—Crown, que esta sea la última vez que te veo llegar tarde a mi clase.

—¡S-sí, maestra! Será la última, lo prometo —dije bastante nervioso por miedo a que alguien dijera o hiciera algo más, pero por suerte nadie agregó algo. Me dirigí a mi lugar en el mero fondo, donde por alguna razón nadie se quería sentar siquiera alrededor. «Claro que será la última vez que me ve llegando tarde a su clase, porque a la próxima me aseguraré de ni siquiera respirar o hacer que algún cabello mío se mueva» —pensé.

Cuando la clase terminó, vi a todos en sus casilleros hablando y esas cosas, pero mi atención se dirigió al cúmulo de personas rodeándola a ella: mi prima. ¿En serio? Es un año menor que yo, pero rápidamente ya tiene bastantes pretendientes que la tratan como su diosa. Me enfoqué rápidamente en ignorar eso y dirigir mi atención a encontrar a mi hermana, ya que, quién sabe, tal vez estén haciéndole burla, y yo como el mayor tengo que defenderla. Estaba bastante perdido en mis pensamientos mientras la buscaba, cuando de repente...

—¡Buuu!

Sentí una mano agarrándome por el hombro, a lo cual reaccioné.

—¡AHHH!

Cuando di la vuelta, vi que era mi hermana menor, Fátima.

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