capitulo 9 La furia oscura de Aiden

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Desde lo alto de la colina rocosa, una figura encapuchada observaba el valle verde donde se encontraba la aldea de los hombres conejo. El mercenario líder, Darnak, era un hombre fornido, con cicatrices que cruzaban su rostro y un ojo blanco que denotaba años de batallas. Había escuchado rumores de la pacífica aldea, una comunidad indefensa, perfecta para capturar y vender a los habitantes como esclavos. Había sido contratado por un noble sin escrúpulos que buscaba obtener mano de obra barata para sus minas.

Los mercenarios llegaron al borde de la aldea al amanecer, sus pasos silenciosos y calculados, ocultos entre la vegetación mientras observaban a los desprevenidos hombres conejo. La aldea, pequeña y pacífica, se extendía a lo largo de un valle fértil, pero tras meses sin lluvia, los cultivos se habían secado y la vegetación escaseaba. Los mercenarios eran conscientes de que los habitantes no tendrían fuerza para defenderse, y eso hacía su trabajo mucho más fácil.

—Bien, muchachos —murmuró el líder del grupo, un hombre fornido de cicatrices en el rostro llamado Darnak—. Esta será una tarea sencilla. Agarren lo que puedan, capturen a cuantos quieran vender y destruyan lo demás. Que no quede nada de valor.

Los otros asintieron, revisando sus armas y ajustándose las correas de las armaduras. Un soldado más joven, que parecía nervioso, preguntó:

—¿Qué hay de los rumores de un mago o algo poderoso en la región? Se dice que hace poco hubo extrañas tormentas...

Darnak soltó una risa seca.

—Miedo a los cuentos de viejas, chico. Nadie va a salvar a estos conejos. Este trabajo será pan comido.

Con esa seguridad, Darnak levantó la mano en señal de avance. Los mercenarios salieron de entre los árboles como sombras, tomando a los habitantes desprevenidos. El caos no tardó en desatarse. Los hombres conejo, criaturas pacíficas y de naturaleza amable, gritaban asustados mientras los invasores comenzaban a prender fuego a las casas y a los campos ya marchitos.

Uno de los mercenarios, un hombre alto y de cabello largo, soltó una carcajada mientras prendía una antorcha en uno de los graneros.

—¡Mirad cómo corren! ¡Como los cobardes que son!

Las llamas comenzaron a consumir las estructuras de madera, y el humo se alzó hacia el cielo despejado. Las mujeres y niños fueron atados y llevados al centro de la aldea, mientras que los pocos hombres que intentaron resistir fueron brutalmente golpeados y arrojados al suelo. Sus débiles intentos de lucha no fueron rivales para los curtidos mercenarios.

—Capitán —dijo uno de los hombres, arrastrando a un conejo mayor, el jefe de la aldea, hacia Darnak—. Este es el líder, ¿qué hacemos con él?

Darnak observó al viejo conejo, que respiraba con dificultad, apenas consciente por los golpes recibidos. Sonrió con desdén.

—Véndelo. Seguro que alguien querrá una bonita alfombra hecha con su piel.

El hombre conejo gimió débilmente, pero no tenía fuerzas para resistir. Uno de los mercenarios levantó su espada, listo para terminar con él, cuando de repente el aire se volvió pesado. Una sensación ominosa comenzó a extenderse por el lugar.

El fuego crepitaba aún, pero los mercenarios dejaron de moverse. Darnak frunció el ceño, confundido.

—¿Qué diablos...? —comenzó a decir, pero antes de que pudiera terminar, el cielo se oscureció. No fue una tormenta lo que se formó, sino una neblina densa y oscura que parecía surgir de la tierra misma. El ambiente estaba cargado de magia. Los mercenarios comenzaron a inquietarse, mirando alrededor con cautela.

Y entonces, en medio de la plaza, una explosión de oscuridad envolvió el lugar. Los mercenarios dieron un paso atrás, sorprendidos, mientras la neblina se disipaba, revelando una figura femenina de cabellos largos y oscuros, ojos rojos brillando como brasas en la penumbra. Aiden había llegado, y su rostro mostraba una mezcla de exasperación y rabia.

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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"Aquella vez que me reencarné en un espíritu" en el mundo de shitara slimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora