Narra Sakura.
Mientras observaba el espejo frente a mí, las palabras de aquella persona resonaban en mi mente: "Al usar la llave tienes el poder de cambiar tu destino, pero primero debes cruzar la línea que separa lo que es de lo que puede ser." Me repetí esa frase una y otra vez, como un mantra. A pesar de ello, las dudas seguían rondando mis pensamientos.
<<¿Realmente podría cambiar mi destino?>>
En el fondo, aún procesaba lo que había hecho: el joven que había caído por el precipicio por mi culpa. Una mezcla de culpa y determinación me inundaba, pero no podía darme el lujo de detenerme. Sabía que ya no había marcha atrás, y mientras existiera la posibilidad de que el espejo me ofreciera una salida, lo tomaría. Si no, tendría que recurrir a los reflejos del agua, aunque prefería no tener que hacerlo.
Mientras me acercaba al espejo, mis pensamientos fueron interrumpidos por una imagen inesperada. No era mi reflejo. La figura de una joven apareció de pronto. Llevaba un hermoso vestido blanco, y su cabello estaba adornado con dos lazos a los costados. La confusión en su rostro era palpable mientras me observaba desde el otro lado del cristal. Parecía sorprendida.
Parpadeé, acicalándome los ojos para asegurarme de que lo que veía era real, pero cuando volví a mirar, solo me vi a mí misma, insegura y temblorosa. Quizás era mi mente jugándome una mala pasada, pero la duda se instaló en mi pecho.
<<¿Realmente funcionaría esto? ¿Qué haría si no encontraba al Jaehyun correcto?>>
Respiré hondo, apoyando mis manos en el cristal del espejo que parecía moverse como si fuera agua. Tenía que intentarlo, aunque el miedo me consumiera. Me dejé llevar, cruzando el portal, sintiendo cómo la realidad a mi alrededor se desvanecía y me arrastraba hacia lo desconocido.
Cuando abrí los ojos, me encontré en una ciudad que, a primera vista, parecía la misma, pero había algo ligeramente distinto. El zumbido sutil de una energía extraña me rodeaba. La gente caminaba como siempre, pero el aire tenía una textura diferente, como si algo importante hubiera cambiado sin que pudiera señalar exactamente qué era.
Decidí actuar rápido. Saqué mi teléfono y marqué el número de Yunjin. Ella era mi amiga de toda la vida, mi punto de anclaje en este caos.
—¿Hola? —dijo la voz al otro lado, tan familiar como distante.
—¡Yunjin! —exclamé, aliviada—. Soy yo. Necesito hablar contigo.
Hubo una pausa incómoda antes de que respondiera.
—Lo siento, ¿quién eres? —preguntó, con una frialdad que no reconocía.
Fruncí el ceño, confundida y ansiosa.
—Soy Sakura... trabajamos juntas, ¿recuerdas? —insistí, esperando que algo en ella hiciera clic.
—No sé quién eres. No conozco a ninguna Sakura. —Su tono era definitivo, y sin darme más explicaciones, colgó.
Me quedé con el teléfono pegado a la oreja, aturdida. ¿Cómo era posible que Yunjin no me recordara? Mi mejor amiga de toda la vida... algo aquí no tenía sentido. Pero incluso con esa duda sobre mis hombros, seguía determinada. Necesitaba respuestas.
Caminé por las calles, dándome cuenta de que pequeños detalles de la ciudad no coincidían con lo que recordaba. Todo parecía casi igual, pero sutilmente distorsionado, como si alguien hubiera reordenado piezas del rompecabezas de mi vida. Entonces, algo llamó mi atención: una enorme valla publicitaria con el rostro de Jaehyun. Mi prometido. Mi corazón dio un vuelco.
Sin pensar, cambié de rumbo y me dirigí hacia el edificio que aparecía en el anuncio. Al entrar, me acerqué a la recepción.
—Hola, estoy buscando a Jaehyun —dije, tratando de sonar natural.
—¿Tiene una cita? —preguntó la recepcionista, sin siquiera levantar la vista.
—Eh... no, pero es algo urgente. Soy una amiga cercana. —Intenté sonar convincente, pero ella ni siquiera pestañeó.
—Lo siento, sin cita no puedo dejarla pasar —respondió con firmeza.
Sonreí y asentí, fingiendo que me retiraba, pero en cuanto giré la esquina, me escabullí hacia el pasillo que llevaba a las oficinas. Mi corazón latía desbocado, temiendo ser descubierta en cualquier momento, pero finalmente llegué a la puerta de su despacho. Jaehyun.
Abrí la puerta y lo vi. Estaba sentado en su escritorio, concentrado en algunos documentos. Levantó la vista al verme entrar, su expresión pasó rápidamente de la sorpresa a la desconfianza.
—¿Quién eres? —preguntó con voz firme, mirándome con recelo.
—Jaehyun... soy yo, Sakura —respondí, nerviosa pero decidida—. Necesito hablar contigo.
—No te conozco —respondió secamente, levantándose de su silla, su mirada fría clavándose en mí—. ¿Cómo lograste entrar?.
El peso de su rechazo me golpeó como un puñetazo, pero no podía detenerme ahora.
—Soy... soy tu... —empecé, pero las palabras no salían como quería—. Soy tu prometida —solté al final, como un susurro desesperado.
Jaehyun me miró como si estuviera frente a una completa extraña. Sin decir más, cogió el teléfono de su escritorio.
—Seguridad, vengan inmediatamente —ordenó, sin apartar los ojos de mí.
El pánico se apoderó de mí antes de que siquiera tuviera tiempo de reaccionar. Di media vuelta y corrí por el pasillo, escuchando los pasos de los guardias detrás de mí. Mis pulmones ardían, y mi mente gritaba buscando una salida. Finalmente, mis ojos se posaron en una puerta: el baño.
La abrí de golpe y me encerré. Busqué desesperadamente una salida, y entonces lo vi: otro espejo. Sabía lo que tenía que hacer. Me acerqué corriendo al espejo, que parecía vibrar en su superficie, como si estuviera esperándome. Los golpes en la puerta del baño se hicieron más fuertes, los guardias estaban cada vez más cerca.
Sin pensarlo dos veces, me lancé al espejo justo cuando la puerta del baño cedió. Sentí el tirón familiar del portal, llevándome de vuelta, escapando por un hilo de tiempo. Pero esta vez, algo dentro de mí había cambiado.
¿Qué destino me esperaba al otro lado?.
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La Llave del Destino
ПриключенияLa Llave del Destino sigue la vida de Sakura, una joven atrapada entre realidades alternas, cada una habitada por una versión diferente de Jaehyun. Desde un ambicioso CEO hasta un artista bohemio, un hombre con intenciones oscuras y más, Sakura debe...