iv.

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—¿Serías mi novia, Jimin?—estaban en el cuarto de la mayor esta vez, sentadas en el suelo frente a su espaciosa cama, tomadas de las manos

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—¿Serías mi novia, Jimin?—estaban en el cuarto de la mayor esta vez, sentadas en el suelo frente a su espaciosa cama, tomadas de las manos.

—Deja que lo piense un poco...—Jimin puso su postura habitual para pensar, aunque Yizhuo sabía que la menor aceptaría su temor a ser rechazada estaba ahí. —Si, si quiero.

La china se lanzó al regazo de su menor besando todo su rostro y posando sus brazos sobre los hombros de la misma.

—¿Puedo besarte?

—Ya lo estás haciendo, Unnie. —sus manos rodeando la cintura de Yizhuo atrayéndola más a si misma.

—Me refiero a un beso real, no en las mejillas Jiminnie. —sus ojos brillando como nunca y una sonrisa gigante era lo que podía ver en con sus ojos la menor.

Asintió lentamente, sintiendo como Jimin se acercaba lentamente, sus respiraciones tan cercanas, la menor miro los labios de la más baja con un deseo en aumento, cuantas veces se imaginaba besando a la china y ahora estaban apunto de hacerlo.

Sus labios se encontraron, un suave roce, duro solo unos segundos, pero fueron los mejores, sus corazones brincaban de felicidad.

—Otro. —pidió la corena y Yizhuo se lo dio. —Otro.—otra vez. —Uno más.

Y Yizhuo seguía besándola, todas las veces que se lo pedía, unos más largos que otros pero el último fue el que dejó une chispa encendida en Yoo.

Un jadeo hizo que la pelinegra detuviera todo, sentía sus pantalones apretados.

—Espera. —sus respiraciones un poco más agitadas de lo normal y sus labios húmedos.

—¿Qué ocurre?

—Lo siento, en serio. —levantó a Ning de su regazo y rápidamente ella se puso de pie. —Perdón, no se controlarlo.

—Está bien, es normal ¿no? —la castaña aún estaba sentada así que detuvo a su menor antes de que huyera.

—Si, solo que, perdón estabas encima mío y no quería incomodarte.

—No está bien, no me incomodas, siéntate, podemos detenernos si así quieres.

—Sería lo mejor, aún puede bajar. —se sentó nuevamente mientras sus manos cubrían su semi erección.

—Veamos la tele ¿bien? —recibió un asentimiento tímido, sonrió y luego beso suavemente la cabeza de la pelinegra.

—Veamos la tele ¿bien? —recibió un asentimiento tímido, sonrió y luego beso suavemente la cabeza de la pelinegra

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consentimiento   ᯓ   𝗻𝗶𝗻𝗴𝗿𝗶𝗻𝗮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora