Nadie sabía su historia
El mundo no la conocía.
Solo alguien sabía quién era:
Ella misma.
De día,
Cuando gobernaba el sol,
Era una doña nadie
Que solo tenía inteligencia para ensuciarse las manos
Y ser aplastada.
Pero cuando la noche tomaba el trono,
Su piel se vestía de canciones
Acompañada de su novio, Copa de Vino.
En el rincón clandestino,
De aquella cantina vieja y arrugada,
Ella era la Señorita Arte.
No era otra portada de revista,
Tampoco un galán con estrellas perfectas.
No era el cabello rubio que abofetea con arrogancia.
Tampoco era el cuerpo ardiente asesina de autoestimas.
En dos palabras modestas,
Ella era la Señorita Arte.
Sin miedo a nada,
Recorría las calles mostrándole al universo
Los sentimientos que recorrían
En las venas de su alma infinita.
Todos rumoraban que ella estaba loca
Habitante del mundo lunático
La cual nunca dejaba de creer
Que el corazón brilla en la oscuridad de la razón
No temía vestirse diferente
Y, cuando el miedo quería ganarle la batalla,
Alzaba su bandera
Con su belleza deslumbrante,
Cambiaba el mundo, no el mundo a ella
Siempre diseñaba el sombrero de su historia
Y creadora de su propia naturaleza
Nunca vivió en atmosfera ajena
Deja a un lado la razón
Y escucha a tu corazón
Era una viajera terca y obstinada;
Arriesgaba su pellejo y espíritu
Hasta no hallar esa pasión que la hiciera sentir viva.
Pero,
Un día jamás esperado,
El sol se apagó y el firmamento lloro las estrellas
Cuanto los cuatro vientos
Anunciaron la noticia oscura de su muerte.
Hoy,
La luz salió de la tumba
Cuando un periodista del cielo
Escribió un par de columnas que lo cambio todo:
"El universo se opacó con su muerte,
Pero nadie supo que la Señorita Arte
Murió protegiendo esa vieja canción
O aquellas historias imborrables talladas en el océano
Nadie moldeo su pensamiento
Busco un concepto a su vida
Y, justo en el momento de decir adiós, lo hallo:
Arte.
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poema callejero
Poetry¿Qué es un poema callejero? No es la belleza. No es el cielo. No es la gloria de una historia perfecta. No es el beso que cuelga en la sonrisa del amor. No es el soneto de sonido hechizante, tampoco el sombrero que agrade a la crítica. No es oscurid...