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Pequeñas gotas caen, un sonido melifluo impregna en esta estrecha habitación, un sentimiento de tristeza se aloja en mi vientre, a pasado unas horas desde que escape del hospital, la bata me queda enorme y mis pies reclaman por todo el recorrido que hicimos sin zapato alguno.

Poco a poco el sol se levanta, queriendo iluminar cada rincón de este pequeño lugar, invade sin permiso por la ventana, mis sollozos no cesan y las lagrimas  acrecen con el paso del tiempo, quizá pare, aunque en mi pecho un vacío se encuentre mi mente se niega a aceptar lo que ha pasado.

¿Cuánto mas debo aguantar?

Nuevamente las yemas de mis dedos pasan por esa horripilante marca que simboliza un amor inexistente, un amor que nuca se hará presente y que solo es una cadena que me une hacia alguien que quizás sienta repudio de mi al saber quien soy. Aunque no soy nada, quizás ni me busque o solo busque la manera de deshacerse de mi o simplemente haga caso omiso a lo que paso y me deje morir lentamente.

Lastimosamente vivo en una sociedad antiguada y llena de estereotipos. no hay nada que yo pueda hacer ante ello, quizás para eso están los omegistas , personas que luchan entre la igualdad entre alfas, omegas y betas, los activistas y demás cosas que existan.

Mi próxima clase es a las 11 am,  las ventanas reflejan mi penosa figura y lastimosa expresión en mi rostro, tomo un baño y dejo que las gotas frías caigan y mojen mi piel con su paso, alisto mis cosas y decido ir hacia la universidad a un paso lento, mis manos tomaban firmemente las asas de la mochila y mi mirada solo podía observar mis pies avanzar.

-Izuku...

-¡Shinso! me diste un gran susto- Este  camina  a mi lado con una leve sonrisa en aquel rostro cansado. -¿Cuándo es tu próxima clase?

El suelta unas risitas mientras me observa.

-Solo salí para acompañarte.

Quizá el hecho de que este marcado no se note tanto como creo que es, he cubierto mi marca con una bufanda amarilla, no siento mis propias feromonas, asi que si Shinso parece inmutarse, quizás no sea para tanto.

...

Sentí un dolor inusual inundar mi pecho,  unas ganas de llorar se aproximaban, no entendía por que demonios pasaba esto.

-Katsuki, hijo ¿Cómo te sientes?

-No tan bien, pero no importa una mierda, iré a la agencia para continuar mi trabajo después de salir de este puto lugar.

Mi padre parecía querer decirme algo, sus movimientos y expresiones decían mucho de el, algo me ocultaba, quizás esa vieja bruja con sus amenazas de querer divorciarse, era un mero capricho de ella.

-Hasta que por fin te levantas- hablando del rey de Roma...

Ella me observaba con una leve tranquilidad, era extraño.

-¿Por que están con esas caras? - me levante de la camilla y me quite todos esos malditos cables- Hablen de una puta vez.

Papá quiso decir algo pero se callo al instante. Sus nervios eran visibles, me molestaba que no pudieran hablar de una vez por todas ¿Qué paso? Tengo todas mis inútiles extremidades, tengo rostro y quizás todos mis órganos completos.

Frente a mi había un gran espejo circular, aquel que haya decorado este lugar debería ser despedido.

Antes de retirarme algo llamo mi atención, una marca en mi cuello, visible y de gran tamaño, no parecía aquellas que se hacían en una sola noche, esta era diferente, pase mis dedos por ahi, desenado de que fuera una jodida broma.

-Hijo hay algo de lo que tenemos que hablar

No sentí nada en ese instante, ni ira, ni colera u odio alguno, ellos hablaban y discutían, yo solo podía ver mi estúpido reflejo en aquel espejo.

Esto es jodido.  


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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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Monotonía [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora