Juego de Almas

MALOS ENTENDIDOS

DISCLAIMER:

Naruto pertenece a Kishimoto y esta historia, es una adaptación del donghua "Sin duda en nosotros."

ACLARACIONES:

(bla) *bla = notas de autora, ya sea al final, al inicio o en medio de la historia.

bla, bla= flashback y onomatopeyas.

"bla, bla"=POV de personajes.

☯️☯️☯️ = cambios de escena/escenario

"Sasuke" seguía esquivando las flechas de los enemigos, se bajó de su caballo porque una casi le da de nuevo.

—¡Su majestad! —gritó Chouji corriendo a socorrerle, pero justo cuando el castaño llegó con Sakura, unos soldados llegaban corriendo hacia donde ellos estaban.

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Sasuke seguía sin poder dormir, sintiendo en su corazón que algo no iba bien. Así que se levantó de su cama y se dirigió hacia la ventana.

"Sakura... cuídate, por favor", pensó Sasuke quien seguía angustiado por su esposa.

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De regreso a las montañas, el ejército de Sakura seguía peleando frente a frente con los atacantes. Chouji era un excelente peleador y ordenaba a los demás soldados que protegieran a "Sasuke", pero se sorprendió que el emperador luchaba como un experto, cosa que lo sorprendió. 

—¡Cuánta habilidad! —dijo asombrado Chouji.

Sakura parecía una ninja ligera cual una pluma en el aire, esquivando todos los ataques y peleando, pero justo cuando un soldado la iba a atacar por la espalda, una flecha mató al atacante. Ella al voltear a ver de dónde provenía esa flecha, notó que era de su padre, Jiraiya Senju.

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Rato después de haber pasado ese mal momento, Sakura iba cabalgando junto a su padre, claro que para Jiraiya, Sakura era Sasuke.

—Hoy estuvo muy cerca —dijo ella hacia su padre.

—Es verdad, tío. No quiero morir, gracias por eso —dijo Chouji.

—¡Qué cobarde! —dijo el hombre robusto peliblanco.

—¡Pero me quiero casar!

—¿Con quién?

—¡Oye! T-Tengo novia... bueno, aún no lo es, pero quiero casarme.

—Ja, ja, ja, ja —se reía Sakura ante tal comentario.

—Perdone, su majestad. No pude educar bien a mi sobrino —decía Jiraiya con una pequeña reverencia.

—No, descuide. Me hace sentir como en casa.

—¿Cómo en casa? Me imagino que mi hija... ¡ah! La emperatriz habla de todo en el palacio, ¿no?

—No entiendo... ¡quiero decir! Nosotros... Estamos bien —trató de excusarse, Sakura.

—Es que están muy enamorados —decía en un susurro el regordete primo —, ¿verdad, su majestad?

—Aaaah, ja, ja, ja, ja —reía apenada la expelirrosa y muy sonrojada —. Comandante Senju, ¿cómo supo que era una emboscada?