METANOIA

1.-secuestro

El viento del desierto soplaba con fuerza mientras el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos rojizos. El pueblo de Silver Creek era tranquilo, pero el ambiente siempre estaba cargado de tensión desde que Satoru Gojo, el vaquero más buscado en todo el Oeste, había puesto un pie en la región.

Había rumores sobre él. Algunos decían que su mirada era tan afilada como el filo de un cuchillo, que su destreza con las pistolas era incomparable y que jamás dejaba a nadie con vida cuando cruzaba su camino. Pero también había otro rumor que circulaba en susurros entre los habitantes: Gojo estaba buscando algo más que oro y poder. Estaba buscando una esposa.

Una tarde, te encontrabas trabajando en el salón del pueblo, sirviendo tragos a los forasteros y tratando de mantenerte al margen de los problemas. Pero cuando las puertas del salón se abrieron de golpe y una figura alta y sombría entró, supiste que algo estaba a punto de cambiar. El hombre tenía una sonrisa que no llegaba a sus ojos, y su presencia imponía respeto, o más bien, temor. Era Gojo.

"Voy a necesitar un trago", dijo, mientras te lanzaba una mirada intensa, como si pudiera ver a través de ti.

Intentaste mantener la calma mientras le servías, pero cuando tomaste la botella para llenar su vaso, su mano se cerró alrededor de tu muñeca. "Y también voy a necesitar algo más... tu."

"He?...." no entendías en la situación en la que estabas Antes de que pudieras reaccionar, todo se volvió confuso. Hubo gritos, el sonido del revólver de Gojo disparándose y el caos estallando en el salón. En medio de la confusión, te arrastró hacia su caballo, .Te subió a uno de los caballos de un salto ágil y luego se montó detrás de ti, rodeándote con un brazo mientras sujetaba las riendas con la otra mano. "No te preocupes," susurró en tu oído mientras el caos del salón se alejaba detrás de ustedes. "Conmigo estarás a salvo... aunque no te lo parezca."

Con una patada suave, hizo que el caballo galopara hacia la oscuridad, dejando atrás el sonido de los disparos y las sirenas, mientras el polvo del desierto se levantaba bajo las patas del animal.