Pasos trazados, vías abiertas

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La madrugada envolvía a Katsuki con un frescor húmedo. Bajo sus pies, la hierba cubierta de rocío suavizaba sus pasos y encima de sus hombros, llevaba una capa ligera que serviría de camuflaje. Sumado a la pérdida abundante de ovejas, los asaltos del año anterior resultaron menos prósperos que lo normal y debido a ello, aunque se acercara el final del verano, el omega seguía cazando.

Era necesario extender las temporadas de caza para compensar la falta de alimentos. Aun así, los Hyxe hacían un esfuerzo por no explotar demasiado la flora y fauna, ya que por lo general, era primordial guardar los recursos del bosque para el invierno. Eso se traducía en variadas formas de priorización y por ende, en que algunos grupos de gente no indispensable fueran arrastrados a seguir a la caravana durante el invierno, incluso si fueran jóvenes que no estaban listos.

Cuando Katsuki se convirtiera en el Gran Jefe, tendría que lidiar con todas esas decisiones: señalar quien era indispensable y quien reemplazable; quien sería prometedor y quien necesitaba adaptarse; porque sería hacer eso o morir allá afuera, en un mundo que seguía girando en gran parte gracias a la reiterativas invasiones del Clan Hyx.

No es que pensar en ello sirviera de algo en ese momento. Katsuki debía concentrarse en el presente y lo que podía lograr allí.

¿Esa madrugada en específico? Requería poner todo su esfuerzo en encontrar algo de carne, ya que abastecerse con sustento era indispensable.

Controlando la respiración y cada movimiento, avanzó lento pero seguro a través del pie de la montaña. Aquella zona también colindaba con el borde norte del bosque, por lo que debía estar mucho más consciente de su entorno.

Esta vez, portaba un arma que utilizaba con poca frecuencia: un arco liviano, de forma semi-curva y firme, que a pesar de ser más flexible que una espada no era su arma favorita.

Katsuki siempre prefirió armas más tangibles y filosas; el enfrentamiento cara a cara. Un arco y flecha, por más dinámico que fuera a mediana y larga distancia, se prestaba para muchos trucos deshonestos que no le convenían. Aun así, fue necesario adquirir destreza en su uso para momentos como este. Nadie se enfrentaba a un animal salvaje con solo una espada o un hacha. Incluso si el guerrero ganase, podría sufrir daños irreparables en el proceso. De hecho, el anterior Jefe de Clan, ya muchos años atrás, había encontrado su fin bajo las garras de un lobo gigante de las montañas.

Presenciarlo no había sido un panorama agradable, según su madre.

Tras sacudir la cabeza para volver a concentrarse, un sonido atrajo la atención del omega hasta unos arbustos. De entre las ramas se asomó un cervatillo asustado que corría en su dirección y el cuerpo de Katsuki reaccionó de inmediato.

Se le aceleró el corazón; su espalda y piernas se tensaron firmemente; aguantó la respiración para no emitir ni el sonido de su aliento. Antes de que pudiera pensarlo, sus instintos encontraron un ángulo favorecedor. Entonces, la flecha que tensaba en el arco, salió volando con un zumbido que partió el aire.

Cuando acertó en la carne, el animal emitió un quejido y cayó al suelo.

La flecha sobresalía del anca izquierda, un lugar no vital, por lo que este seguiría intentando moverse a menos que Katsuki interviniera. Además, el dolor del cervatillo debía estar aumentando considerando sus berridos, así que el omega se apresuró en llegar al animal y acabó el trabajo con una daga.

«Que su espíritu esté contigo, Katsura, que vuelva a la tierra», rezó y reconociendo el buen tamaño del animal, decidió que sería aporte suficiente para el día, así que guardó sus armas, se echó la carga al hombro y emprendió su camino de regreso al Clan.

Cuando el mundo dance alrededor del sol [DekuBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora