Orígenes

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Las tierras del Oeste no contaban con un lord desde hace años, más de 100 años desde que había muerto el anterior Lord, tal vez ya 150, el palacio estaba invadido por la maleza y giraban en torno a él historias fantasmagóricas en la aldea, solo los aventureros se arriesgaban a acercarse y volvían con historias que solo engrosaban el miedo de los aldeanos, pero el lugar estaba vacío.

Vacío hasta esa noche.

Un demonio de cabello plateado y ojos dorados había llegado a las ruinas del palacio, recordaba la primera vez que pisó aquel lugar, él apenas era un cachorro en brazos de su madre y le había parecido inmenso, maravilloso.

Su padre lo había tomado en brazos luego y alzado con sus manos sobre su cabeza mientras le sonreía.

—Todo esto será algún día tuyo hijo—dijo el hombre moreno de cabello plateado un poco más oscuro que el suyo, de ojos dorados amigables, él siempre sonreía, su padre siempre fue majestuoso mientras él fue un niño.

Mientras crecía la imagen de su padre vario un poco, ya no solo era ese padre consentidor, ahora era también poderoso, al escaparse por las noches lo seguía al campo de entrenamiento y lo veía combatir contra cientos de sus soldados, siempre ganaba, nadie podía contra él, era indestructible.

Cuando era un cachorro de unos 30 años ya no debía ocultarse para verlo entrenando pero aún no le permitía entrenar, una de sus espadas eran más grandes que él, ni se diga el poderoso colmillo de acero, ese ni podía moverlo, comenzaba a molestarle que su padre lo menospreciara, si su padre podía ser tan poderoso él como su hijo también podía, solo debía entrenar y eso hizo, comenzó a entrenar en su habitación, un bambú fué humillantemente su primera espada y las risas de su padre el motor de su entrenamiento, debía demostrarle que si era un digno hijo, un digno heredero.

Cuando era un adolescente, a los 130 años, le exigió a su padre que le permitiera entrenar en el campo como le permitía  los demás demonios. Aún retumbaba en su cabeza las risas de todos al corear a las del Lord del Oeste, entonces corrió hasta uno de los soldados de su padre, le arrebató la espada de la vaina y con un rápido movimiento cortó a la mitad a unos 40 soldados. La sangre manchó sus ropas pero eso no satisfizo al joven e iracundo demonio, un nuevo movimiento y siguió con su carnicería, algunos intentaban poner resistencia pero era inútil, el joven amo era poderoso, lo llevaba en su sangre y está le pedía la muerte de quienes osaron burlarse de él.

El Lord fue el único que logró desarmarlo para detener la matanza, el chico respiraba con dificultad ante el frenesí, sus ojos estaban rojos de ira y las líneas en su rostro estaban desfiguradas , las garras en sus manos crecían y derramaban veneno.

—¡No permito que nadie se burle de mí!

—Debes controlarte, comportándose así solo eres una bestia.

—¡No soy una bestia!

—Contrólate o no permitiré que entrenes nunca conmigo—Sesshomaru apretó los puños y se obligó a volver a serenarse—debes controlar tu carácter, un gran daiyokai no se altera por nada, un gran Lord controla sus emociones.

—Me temes, temes que yo pueda ser mejor que tú —dijo en voz baja pero lo suficientemente audible—Cobarde.

—¿Que has dicho?—se sorprendió su padre.

—¡Eres un cobarde! Y la siguiente vez que te enfrente te venceré—Vió la mellada espada que le quitó al soldado, necesitaría una nueva, una poderosa. Miró a su padre—Cuando lo haga me entregaras a “colmillo de acero”, una espada tan poderosa no debe estar en manos de un cobarde.

Esa fue la primera vez que se fue de casa, debía buscar a un herrero que le forjara una gran espada, una acordé a él, una que lo ayudará a conseguir a colmillo de acero.

El Nuevo LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora