Capítulo 1

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Cada persona es completamente diferente al resto, por mucho que encuentres a alguien igual a ti, que tenga los mismos gustos y vista con ese mismo tipo de jeans, habrá algo que la diferencie de ti. Por ejemplo, existen personas que prefieren madrugar mucho mas temprano que su horario laboral para poder salir a hacer deporte, y bueno, también existen personas que llegan tarde al trabajo porque se les olvidó encender la alarma antes de irse a dormir.

¿Irresponsabilidad? ¿o tal vez despiste? ¿Merece eso un castigo o puede pasarle a cualquiera?

Desde luego que a aquella chica que acaba de terminar de correr una maratón no le va a causar ningún problema.

En esta historia tenemos a Yu Jimin, una empresaria fría y distante, encerrada solo en su trabajo y completamente alejada de lo que es ser una persona amable, y por otro lado tenemos a Kim Minjeong, una trabajadora de una editorial que cada día reza para que le asciendan en el trabajo y así aumentar su sueldo.

Volvamos a la situación real, a la vida real.

—¡Mierda! —exclamó Minjeong levantándose apresurada de la cama. No le había sonado el dichoso despertador, y de ninguna manera podía llegar tarde.

Minjeong se puso los zapatos con rapidez mientras se terminaba de subir la cremallera del pantalón y de colocaba la americana del trabajo. Ni siquiera sabia si su pelo estaba hecho un desastre, pero no tenia tiempo ni para pensarlo. Debía pasar primero a por los cafes para su jefa o sino no solo le echaría por llegar tarde, sino que encima lo haría de mala leche sin un café mañanero.

Fue a la cafetería de confianza, la que siempre va cada mañana desde hacia años. Tantos años y aun no le habían ascendido... Eso pensaba cada dia en esa misma cola de la cafetería.

Al llegar estaba abarrotado, pero ahí estaba Amy con sus dos cafes preparados antes de tiempo. Fue un suspiro de alivio.

—¡Min! Aquí lo tienes.

—Dios, me acabas de salvar la vida. Te debo una.

—Tomo nota —le guiñó sonriendo.

Minjeong agarró los cafes y salió corriendo de allí hasta sus oficinas. No estaban muy lejos, solo a un par de calles. La morena rezaba para que su jefa no hubiera llegado aun o se moriría en ese mismo instante. Al llegar al lugar vio el ascensor a medio subir, así que entró corriendo y lo frenó casi comiéndose la puerta.

—¿Todos bien? —pregungó del impacto sorpresa que tuvo contra la puerta.

—Sí —dijeron el resto al unisono.

—Yo también.

Al llegar a la planta, Minjeong iba con tanta prisa que, a pesar de haber llevado los cafés con sumo cuidado todo el viaje, se chocó contra uno de los trabajadores tirandole el café encima.

—¡Oh por Dios! ¡¿Es que no sabes mirar por donde vas?!

—¡Fuiste tu! —gruñó el trabajador y la dejó ahí.

—Mierda... Joder. Así no puede verme, es que me echará ya solo por sucia.

Minjeong echó un vistazo a su al rededor y vio a uno de sus compañeras de trabajo, se acercó a ella.

—Déjame tu camisa.

—¿No me pides una cita antes? —bromeó.

—Por favor, va en serio, Yu tiene que estar apunto de llegar y si ve a su asistente así me va a echar.

La chica se lo pensó.

—¿Que me das a cambio?

—Los Yankees contra Boston, dos entradas. Tienes cinco segundos para decidir. Cinco, cuatro, tres, dos uno —dijo a toda velocidad.

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