Capítulo 4

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Calor, agobio, rechazo. Eso era lo que sentía Jimin al volar en clase turista junto al resto de gente. Un solo trabajo le había dado a Minjeong y era encontrar billetes de primera clase, pero ni eso supo hacer.

Jimin ojeaba una revista intentando aparentar que no estaba pendiente de que el hombre que tenia a su derecha le rozara con la rodilla.

—Estas son las preguntas que nos hará inmigración —comentó Minjeong leyendo un par de apuntes que se había traído—. Lo bueno es que yo lo sé todo sobre ti, lo malo es que tienes cuatro días para aprenderlo sobre mí. Deberías ponerte a estudiar ya —Minjeong se encogió de hombros.

Jimin rodó los ojos y le quitó los papeles de las manos, se puso a echarle un vistazo ella.

—¿Sabes todas las respuestas a todo esto sobre mí?

—Asusta, ¿verdad? —respondió mirando por la ventana.

—Un poquito. A ver dime, ¿a que soy alérgica?

—A los piñones, y a todas las emociones humanas.

—Muy graciosa —dijo sarcástica. Rodó los ojos y siguió leyendo—. A ver esta, ¿tengo alguna cicatriz?

—Supongo que tienes un tatuaje.

—¿Lo supones?

—Sí, hace dos años llamó tu dermatólogo preguntando por láser Q. Lo busqué en Google y me enteré que servía para eliminar tatuajes —Minjeong la miró—. ¿Qué es, un tribal? ¿caligrafía japonesa? ¿una mariposita?

—A ti te lo voy a decir.

—Pues deberías, soy tu futura mujer —dijo tajante.

Jimin rodó los ojos.

—Minjeong, resulta emocionante conocerte así —dijo con rentintin.

—Gracias, pero dime donde.

—No.

—Venga...

—No —respondió tajante—. Hemos terminado con esa pregunta, vamos a por otra. A ver... ¿Donde vivimos? ¿En tu casa o en la mía? Fácil, en la mia —se autorespondió.

—¿Y por qué no en la mía?

—Porque yo vivo en Central Park, y tu vivirás en un piso de mala muerte y tendrás vasos amarillos con forma de pingüino —respondió ojeando las hojas como si nada.

Minjeong la miró seria. A veces dudaba de que Jimin fuera una persona real, con sentimientos reales, era tan fría que asustaba. A veces decia las cosas de tal manera que se cuestionaba si realmente las pensaba.

El piloto del avion anunció que estaban llegando a Juneau, cosa que extrañó a Jimin.

—¿No ibamos a Sitka?

—Claro —respondió Minjeong.

—¿Y por qué paramos en Juneau?

Minjeong rió en voz baja.

—Te dije que no habían vuelos directos.

Jimin cogió aire y lo expulsó despacio.

—¿Me estas diciendo que vamos a tener que subir a otro avion de estos?

—Ajá.

—En clase turista.

—Muy bien, sí —dijo Minjeong sonriendo.

—Y que tengo que soportar a otra persona a mi lado.

—Algo así. Sí. Pero no te preocupes, me tienes a mi —bromeó.

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