Lo más hermoso a la vista siempre será aquello que nunca podamos poseer. Las aves, con sus alas desplegadas, danzaban en el aire, libres e indomables. Nira las observaba con una mezcla de admiración y anhelo, sintiendo el peso de su propia realidad. En su corazón había un vacío, un eco de soledad que resonaba más fuerte que el canto de las aves. Sin importar lo que hiciera, sabía que siempre sería la niña a la que le faltaba algo especial. Hubiera preferido mil veces haber nacido sin un pulmón; al menos así nadie lo notaría.
De repente, un ruido entre los árboles la sacó de sus pensamientos. Era Kael, su hermano, quien había estado buscándola. Su sonrisa iluminaba su rostro, y su energía parecía vibrar en el aire. Lo único que compartía con su hermana eran esos ojos fríos y azules. No era rubio como sus padres y hermana, sino que tenía el cabello negro como el azabache. Era considerablemente más alto y fornido de lo que su padre había sido en su juventud.
—¡Nira! Ven, vamos al mercado —dijo, extendiendo una mano hacia ella. Su voz, al igual que la de su madre, era siempre cálida y llena de amor.
Mientras avanzaban, Nira intentó dejar de enfocarse en sí misma. Sin embargo, a medida que recorrían el camino, podía escuchar el constante bullicio de la gente, que siempre tenía algo inútil que decir sobre ella. Las miradas que se posaban en ella siempre eran de curiosidad, rechazo o burla.
—Escuché a papá decir que mañana tienes que presentarte con Oran.- Le dijo Nira, intentando, como siempre, ignorar las miradas y murmullos.
—¡Así es! Mañana sabré si todo mi entrenamiento ha valido la pena.
—¿Qué si ha valido la pena? ¿De qué hablas? Estás en forma, saludable. Eres uno de los chicos más deseados de Altheria. Por supuesto que ha valido la pena.
Él solo se volvió a ver a Nira con una sonrisa malvada.
—Sabes que eso no me importa realmente. No quiero casarme.
—Eso dices por ahora, pero ya quiero verte cuando una de esas chicas te robe el corazón.
—Solo quiero cumplir el sueño de papá.
Nira no pudo evitar que la sonrisa se le borrara y la incomodidad se hiciera notoria. Lo detuvo y lo miró fijamente.
—No tienes que cumplir los sueños de otras personas. Tú eres el único escritor de tu historia. No dejes que alguien más meta tinta.
Kael le tomó las manos y se agachó un poco para quedar a la misma altura.
—Lo sé. Esta es la historia que me hace feliz y que decidí escribir. Te lo prometo.
Él le sonrió de forma dulce, y Nira no pudo evitar devolverle la sonrisa de la misma manera. Terminando de hacer las compras sin hablar más del mismo tema, regresaron a casa.
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Alas Rotas
Ciencia FicciónLa historia sigue a dos mellizos, Kael y Nira, cuyas vidas cambian drásticamente desde su nacimiento. Mientras Kael es acogido como un guerrero prometedor, Nira nace sin alas y es rechazada por su comunidad. Atrapada entre el deseo de pertenecer y l...