Una historia Omegaverse, dónde dos lobos están destinados a salvar a las manadas pero no todo será fácil para ellos, además, ¿Podrá su amor ayudar a la profecía?
Una historia de mi completa autoría.
Contenido +21.
No acepto copias ni adaptaciones.
A...
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*
Mientras Danrah agarraba aire, Jungkook terminaba de limpiar a los cachorros con su misma ropa. No podía ocultar el hecho de que estaba ansioso, nunca le había pasado algo así, aparte que le preocupa la salud de Danrah y de los cachorros.
Su esposa era una mujer fuerte pero dar a luz en un lugar lejos del cuidado de alguna Omega partera no era lo correcto.
—Necesito llevarte de vuelta a la aldea, estoy preocupado por tí —ella abrió los ojos mirándolo, colocando una suave y cansada sonrisa en su agotado rostro— Si te llevo en mi espalda, ¿Te es posible sostenerte?
—Eso creo —ella intentó levantarse pero sus piernas seguían adormecidas y su cuerpo daba algunos espasmos, además que sangraba levemente en esa zona.
Un ligero olor diferente, sus ojos se tornaron de color rojos, lentamente les pasó a los cachorros en los brazos de Danrah para entonces volver su mirada hacia la entrada de la cueva.
—¿¡Quién está allí!? —los gruñidos de Jungkook hacían eco en la cueva despertando a los bebés quienes comenzaron a llorar.
De entre la oscuridad y con una sonrisa macabra, el rostro de Inguk fue apareciendo hasta que se veía por completo hasta colocarse frente a la entrada de la cueva.
—Nos volvemos a ver, amada Danrah —ese rostro solo causó en ella un escalofrío por su cuerpo y náuseas.
Era una pesadilla y ella solo quería obligarse a despertar, pero su cuerpo respondió abrazando a sus bebés.
—Amor, esto se pondrá feo, ¿Creés que puedes intentar llegar a la manada o al menos encontrar a alguien que te auxilie?
Ella entendió y asintiendo tomó a los cachorros y salió por la parte de atrás de la cueva, Inguk intentó correr hacia ella pero Jungkook fue más rápido y le bloqueó el camino golpeándolo tan fuerte que le dobló la cabeza al caer.
Jungkook suspiró pensando que ya lo había matado, pero algo en él le dijo que había sido muy sencillo, así que se acercó hasta el cuerpo, y este comenzó a reír y cada vez la risa era mas fuerte.
—¡YO NO PUEDO MORIR, IDIOTA! ¡YA ESTOY MUERTO! Por eso necesito tu cuerpo, me quedaré con tu cuerpo y con tu esposa y tus cachorros, ahora será tu turno pagar.
Con eso su cuerpo se volvió humo y desapareció.
—¡Danrah!
*
Otra caída de rodillas hizo que Danrah se detuviera exhausta, acababa de dar a luz y aún su poder no había vuelto, su cuerpo se había debilitado al momento de dar a luz, así que estaba vulnerable, recostada a un árbol para agarrar aire, no dejaba de mirar a sus bebes que ahora dependían de ella.