La respiración era pesada, entrecortada, llena de desesperación. El cuerpo en el suelo intentaba aferrarse a la vida, temblando violentamente mientras la sangre se esparcía sobre las baldosas, tiñéndolas de rojo oscuro. Los jadeos de la víctima se mezclaban con el silencio de la noche, una súplica ahogada que no encontraría respuesta.
Sunghoon observaba desde arriba, sus ojos oscuros llenos de una calma escalofriante. No había rastro de duda ni remordimiento en su rostro. Se incliné, su cuchillo en mano aún goteaba sangre fresca.
—Shhh...—susurró con una frialdad—No luches más. Ya no hay forma de salvarte, cariño.
El hombre en el suelo intentaba hablar, pero solo conseguí emitir un gemido bajo, estrangulado por el dolor y miedo. Las manos manchadas de sangre se aferraban a su garganta, intentando contener el flujo imparable de la vida que se escapaba de él. Pero Sunghoon, solo observaba, como si el sufrimiento fuera una escena común.
Con una sonrisa torcida, Sunghoon se arrodilló a su lado y tomó una rosa del bolsillo interior de su chaqueta. El delicado contrastes entre la flor y la violencia que acababa de ocurrir solo intensificaba lo grotesco de la situación.
—No te preocupes—dijo con un tono suave casi compasivo—no dolerá por mucho tiempo.
El hombre intentó retroceder, pero su cuerpo no le respondía. Los ojos se le abrieron con horror al ver la mano de Sunghoon acercarse a su rostro. Antes de que pudiera siquiera entenderlo que pasaba, Sunghoon le forzó a abrir la boca, mientras el gemido se convertía en un grito desgarrador.
—Cierra los ojos—le ordenó en voz baja—Solo sentirás un poco más de dolor.
Con brutal precisión, Sunghoon empujó la rosa dentro de la garganta del hombre, forzando los pétalos y las espinas a abrirse paso entre la carne. La sangre comenzó a fluir con mayor intensidad, manchando la flor de rojo. Los espasmos del cuerpo se hicieron más fuertes, pero Sunghoon no se apartó. Observo cada sacudida con una atención casi morbosa, esperando a que el ultimo aliento desapareciera.
—Perfecto—murmuro al ver como los movimientos del hombre secaban lentamente. La vida abandona el cuerpo, y con ello, solo quedaba la muerte.
Sunghoon se puso de pie, limpiando el cuchillo con un pañuelo, como si lo que acababa de ocurrir no fuera más significativo que un trabajo más en su jornada. Miró el cadáver por última vez, con la rosa firmemente incrustada en la garganta, como una marca suya, una señal de quién había sido el verdugo.
—Una más para la colección—dijo con una sonrisa macabra.
Las luces de las patrullas pintaban la calle con destellos rojos y azules. La quietud de la madrugada estaba rota por el murmullo de las personas e incluso de los agentes. El aire era frío, pero no tanto como la escena que yacía frente a ellos.
Heeseung se agachó, su rostro imperturbable mientras observaba el cadáver. Había visto demasiadas cosas en su carrera, pero nunca dejaba de estremecerse internamente cuando se enfrentaba a algo tan crudo. Sangre por todas partes, manchas oscuras que se extendían por el suelo en un charco que todavía no se secaba del todo. Los ojos de la víctima estaban abiertos, pero ya no había vida en ellos. Solo quedaba el reflejo del horror que experimentó en sus últimos momentos.
—Otro más—habló Jay a su lado, sacudiendo la cabeza. Se mantenía unos pasos atrás, claramente incómodo por la escena.
—Si, y el mismo sello...—respondió Heeseung en voz baja.
El forense trabaja en silencio mientras los agentes tomaban fotos desde cada ángulo. Pero, era obvio que, al igual que en los casos anteriores, no había mucha esperanza de encontrar pistas claras. Todo estaba meticulosamente limpio, aparte del desastre de sangre. No había huellas, no había armas. Sin embargo, las señales de lucha eran evidentes, cortes profundos, en las manos, brazos y torso de la víctima, que había sido brutalmente apuñalada. Pero, como en los otros casos, el arma no fue encontrada.
Heeseung se levantó, frotándose el cuello mientras recorría con la mirada, buscando algo, cualquier cosa que no fuera esa flor. Pero, parecía que el asesino había sido cuidadoso, como siempre.
—Nada...—gruñó frustrado—Este tipo es un fantasma. Se asegura de no dejar ni una sola pista excepto...—miró la rosa—esto.
Jay frunció el ceño mientras se acercaba más al cuerpo, aún manteniendo distancia.
—¿Crees que tiene algún significado? La rosa, me refiero. Es lo único que deja cada vez.
—Tiene que tenerlo—Heeseung suspiró, observando el cadáver una vez más—La cuestión es...—continuo—no sabemos si lo hace como una firma, una burla o ambas cosas.
Jay se cruzó de brazos, mirando con una mezcla de disgusto e impotencia.
—Este bastardo está jugando con nosotros. Deja la rosa como si dijera: ''Mírenme, aquí estuve, pero no podrán atraparme''
—Eso parece—respondió Heeseung—Y hasta ahora, esta ganando.
—¿Y si está aquí?—preguntó Jay pensativo—¿Y si este asesino está observándonos ahora mismo?
La idea que estuviera cerca, observando su propio trabajo, lo inquietaba profundamente.
—Es posible—dijo al fin—Pero no importa cuanto disfrute de esto... todos cometemos errores eventualmente. Y cuando lo haga... estaré ahí para atraparlo.
Jay asintió , pero su expresión seguía siendo de preocupación.
—Esperemos que ese momento llegue pronto, antes de que alguien más termine con una maldita rosa en la garganta.
Heeseung asintió sin decir nada, dejando que el silencio incomodo se extinguiera entre ellos. Sabía que el tiempo jugaba en contra, y la presión aumentaba con cada cuerpo que aparecía. Pero había algo más, algo inquietante que no podía sacarse de la cabeza, la sensación de que este asesino no era un simple criminal. Había un propósito en cada acción, una motivación que todavía no se comprendía del todo.
Miró una vez mas la rosa, como si intentara descifrar el mensaje oculto. ¿Por que rosas? ¿Por que siempre lo mismo? Había mas preguntas que respuestas, lo único que tenían era una flor teñida de rojo.
Les traigo una historia corta, espero que la disfruten!
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𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐑𝐎𝐒𝐀𝐒 𝐘 𝐃𝐄𝐒𝐄𝐎 𝙝𝙚𝙚𝙝𝙤𝙤𝙣
FanfictionHeeseung, un detective, está investigando una serie de asesinatos donde las víctimas aparecen con una rosa en la garganta. En medio de su búsqueda, conoce a Sunghoon, un intrigante florista cuya presencia lo atrae de manera peligrosa. ¿Podrá Heeseu...