VII

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—Joven Na , sus trabajos me parecen muy bien elaborados, pero no puedo recibir las tareas extemporáneas—

El profesor era amable con él y debía hacer que le aceptara esa tarea, la cual, por ir al hospital no había podido entregar.

—Por favor— pidió haciendo su cara más adorable —Es un muy buen trabajo, no se va a arrepentir de aceptarlo—

—Sé que sus trabajos son buenos, pero no sería justo para los demás—

—Bueno, solo recíbalo y califíquelo aunque no cuente para mi calificación. Ya lo hice y no quisiera que fuera en vano—

Puso su cara más triste y tierna, movió los hombros, el maestro suspiró y aceptó su trabajo.

—Veré cómo lo contemplo—

—Gracias profesor—

—Solo porque tus trabajos son excelentes, siempre—

—Gracias—

Salió brincando del salón. El arte de la literatura. Así se llamaba la materia y era su favorita. Le encantaba cada tarea que debía hacer y las hacía de la mejor manera.

Podría ser el más destacable del salón pero faltaba seguido y no podía participar, además le daba bastante miedo alzar la mano frente a todos y hablar. Siempre lo insultaban y prefería ahorrarse esos comentarios.

La sonrisa se le borró cuando vio la hora. En quince minutos tenía que estar en el los baños del edificio de ingenierías. Así que más le valía apresurarse a llegar.

Entraron a uno de los cubículos y sin palabra alguna aquel chico se desabrochó el pantalón. Sabía lo que debía hacer. Se agachó y tomó entre sus manos aquel miembro caliente y semi—erecto.

Sus manos no eran muy grandes así que debía esforzarse en el movimiento. Su fuerte era cuando lo metía a su boca, todos resultaban extasiados y duraban poco.

—Hazlo, puta—

Hizo lo que le pidió, engulló el miembro y cerró los ojos. No quería siquiera ver. Le resultaba tan repugnante. Pero necesitaba el dinero y ya no le importaba mucho lo que tuviera qué hacer.

—Eres increíble, hazlo más rápido—

Movió su cabeza de adelante a atrás y uso la lengua alrededor de la piel. Succionó para provocarle aún más placer y salió haciendo un ruido obsceno para respirar.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas, jadeaba y le escurría saliva por los labios. El chico le tomó el mentón con rudeza y lo obligó a volver a su trabajo.

Con la mano masajeó sus testículos, le apretó la base y con la boca siguió haciendo presión. Abrió los ojos y vio que el repugnante orgasmo del chico estaba por llegar. Pestañeó de manera tierna. Eso los acaba, nadie resistía su mirada.

—Quiero verlo en tu cara—

El chico salió de su boca y se masturbó solo un poco hasta lograr su orgasmo. Jaemin abrió la boca y sacó la lengua para recibir la eyaculación. Una vez salpicó su cara se lamió los labios y sonrió.

—Ya imagino lo que sería cogerte, puta. Pero hoy no. Lo dejaré pendiente para otra ocasión. No lo olvides—

—Cuando usted quiera— sonrió en lo que se levantaba

El chico salió primero, no sin antes acariciarle el rostro y hacerle tragar las gotas de semen que aún salpicaban su rostro.

Se vio al espejo y se dio asco. Lavó su rostro y contuvo las ganas de llorar, no era el lugar indicado.

mi preciosa bola de arroz    /   renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora