Viernes, 6 de junio
Madrid
Cinco horas después de haber salido de Barcelona, el tren finalmente se detiene en el andén nueve. Salimos cargadas con nuestras maletas, en busca de algún taxi que nos lleve al apartamento que hemos alquilado. No tardamos en encontrar uno, y después de darle la dirección al conductor, el coche arranca suavemente y nos vamos.
Al llegar al portal del edificio, nos encontramos con Agnes, la dueña del pisito. Es una mujer rubia muy agradable, de unos sesenta años, aunque su ropa moderna la hacen parecer mucho más joven.
– Bienvenidas, chicas – nos dice sonriendo mientras abre la puerta del edificio –. Debéis estar agotadas del viaje. Por aquí, seguidme.
– Gracias, Agnes, responde Aitana.
– Recordad, por favor que no están permitidas las fiestas, y que podéis poner el aire acondicionado todo lo que necesitéis – nos indica, mientras subimos en el ascensor. – Ah, y hay un supermercado a la vuelta de la esquina por si necesitáis algo.
Cuando llegamos al rellano, Agenes abre la puerta, dejando ver un gran salón decorado en colores grises y blancos. En la pared del fondo, un cuadro de un enorme gato negro y blanco, clara señal de que es amante de ellos.
Es mucho más bonito que en las fotos, y mucho más amplio también. Nos enseña todos y cada uno de los rincones de la casa, dos habitaciones, un salón, una amplia cocina y un baño equipado con todo tipo de cosas. No falta ningún solo detalle, incluso nos ha dejado unos pequeños jabones encima de cada cama.
– Es perfecto, Agnes.
– Y muy espacioso – añado mientras dejo mi maleta junto a una de las paredes.
Agnes sonríe con orgullo.
– Espero que paseis un buen fin de semana en Madrid. Si necesitáis cualquier cosa no dudéis en llamarme, vivo aquí al lado.
– Muchas gracias – habla Carlota, agradecida por su hospitalidad. – Cuidaremos muy bien su casa.
– Tutéame, por favor, no soy tan mayor – sonríe, al mismo tiempo que se quita el pelo de la cara. – Tibi cuidará de vosotras – nos guiña un ojos, mientras señala al cuadro.
– ¿Es tu gato? – pregunto, acercándome más al lugar que señala. La verdad es que es un gato precioso.
– Sí, mis hijos me lo regalaron cuando era un bebé, poco después de fallecer mi marido hace unos años ya – explica, algo emocionada –. Es curioso, pero se parece mucho a él. Incluso tiene sus manías. Le gusta mi cocina más que la comida para gatos, sobre todo las carrilleras, el plato favorito de mi Gerardo. Además, desde el primer día se sentó en su lugar del sofá, como si siempre hubiera sido suyo.
– Es como de alguna forma la vida te hubiera devuelto lo que ella misma te arrebató – añade Aitana, tratando de consolarla.
– Es exactamente lo que pienso yo – responde la mujer, antes de hacer una pequeña pausa sin dejar de mirar el cuadro –. Pero bueno, no quiero ponerme melancólica. Disfrutad de la ciudad, y no os olvidéis de ir a la Tapería, es un delito estar en Madrid y no probar su comida.
Coge su bolso y se dirige a la puerta para salir, no sin antes mirarnos una última vez con una mirada llena de ternura.
– ¡Apuntado! – grito, tratando que me escuche antes de que cierre la puerta tras de sí.
– ¡Qué mujer tan amable! – comenta Carlota, entrando a una de las habitaciones.
– Y tiene un gusto exquisito – añade Aitana, cogiendo su maleta. – ¿Cómo vamos a dormir?
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UN AMOR INOLVIDABLE
RomanceUna actriz revelación vuelve a España después de cuatro largos años trabajando en EEEUU en una serie muy importante. La vida le regala un proyecto en el cual conocerá a mucha gente pero, ¿también conocerá lo que es el amor? Acompaña a Paola en esta...