Poco, un joven mexicano de baja estatura y amante de la música, intenta sobrellevar su vida académica mientras esquiva las burlas y abusos constantes de sus compañeros. Por otro lado, Emz, una creadora de contenido que también asiste a la misma acad...
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Mientras tanto, en el comedor, nuestro trío favorito estaba ideando un plan para recuperar las cuerdas de la guitarra de Poco.
—Mira, yo creo que mejor le das de baja a tu guitarra —sugirió Colt.
—¿Qué hablas? ¡No puedo hacer eso! —exclamó Poco—. Sin ella, no podría trabajar.
—¿Trabajar? —preguntó Colt, sorprendido.
—Sí, Colt, él trabaja, a diferencia tuya —Shelly lo miró seriamente mientras mordía una manzana.
—Pero si tienes dinero, cómprate otras, ¿no? —cuestionó con obviedad—. O sea, ya sabes.
—Lo haría, pero no sé dónde conseguirlas; además, esas cuerdas son algo caras, al menos las que le entran a mi guitarra, y digamos que no estoy pasando por una buena situación económica —desvió la mirada—. Es complicado pagar esta academia.
—¿Y por qué lo haces? —preguntó Colt, algo confundido—. Digo, está bien, pero, ¿tus padres no te ayudan?
—No tengo padres, Colt —respondió Poco, frunciendo el ceño.
—Ah, es cierto... a veces olvido que... eres huérfano —rió nerviosamente Colt—. Mierda, lo siento.
—Imbécil —Shelly lo golpeó en el brazo—. Pero oye, Poco, esta academia es cara. No te ofendas, pero ¿aquel trabajo te paga bien?
—Bueno, en el bar donde trabajo hay un robot viejo llamado Barley. Hice un trato con él y, digamos que suele apoyarme un poco —dijo Poco, mirando su guitarra—. Yo toco y canto, y a él le conviene porque es una buena distracción para sus clientes.
—Imposible que puedas sustentarte con ese trabajo —exclamó Colt, confundido.
—Colt, por si no lo sabes, esta academia tiene una escala de pensiones. No todos pagamos lo mismo —dijo Shelly, mirando a Poco—. Me imagino que Poco debe estar en la escala más baja.
—Así es —asintió Poco, sonriendo.
—Pero igual no creo que tenga un costo tan bajo, ¿verdad? —preguntó Colt, levantando una ceja.
—Es algo caro, pero no puedo hacer mucho —respondió Poco, cabizbajo.
—Me imagino... La tienes algo complicada, ¿eh? —dijo Shelly, ofreciéndole una mirada de apoyo.
Para Poco, la situación resultaba complicada. Lo poco que sabían de su pequeño amigo era que era huérfano, y más allá de eso, su pasado seguía siendo un misterio. A pesar de todo, Poco se sentía agradecido por lo que había logrado para continuar sus estudios y no se quejaba de ello.
—Oye, amigo, una pregunta entre bros —se acercó Colt al oído de Poco—. Cuando antes te hacías la... ya sabes —hizo señas obscenas—. ¿Botabas tu...?
