Poco, un joven mexicano de baja estatura y amante de la música, intenta sobrellevar su vida académica mientras esquiva las burlas y abusos constantes de sus compañeros. Por otro lado, Emz, una creadora de contenido que también asiste a la misma acad...
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Ya era algo tarde, probablemente muy tarde. A pesar de los intentos de su amiga por sacar a Colt de ahí, todo parecía imposible. Quizás hasta había perdido la cuenta de las veces que Shelly maldecía a Colt, pero de igual forma no había caso: él no salía de allí.
—Mierda, maldito vanidoso —susurró mientras agarraba su celular—. Sabes qué, mejor vamos por algo de comer, ¿te parecen unas hamburguesas? —preguntó Shelly.
—Eh, sí, no es mala idea. ¿Quieres que te acompañe? —respondió Poco.
—Pensaba en salir, pero mejor pido que las traigan. Sería más tranquilo, además, tengo un poco de flojera —exclamó ella, mientras escribía el pedido rápidamente en su teléfono.
—Me parece bien —agregó Poco, estirándose en el sillón.
No le tomó ni dos minutos a su amiga pedir que les trajeran tres hamburguesas. El hambre era evidente, y era mejor comer algo ligero antes de desvivirse en la fiesta.
—Bien, ya está —dijo Shelly, dejando el celular a un lado—. Oye, ¿crees que me puedas prestar tu habitación luego? —preguntó, nerviosa, tocándose la cabeza mientras miraba a Poco.
—Oh, sí, claro, sin problema. Puedes usarla cuando quieras —respondió su amigo con una sonrisa.
—Gracias. Si hubiera sabido que este idiota se demoraría una eternidad, habría venido ya cambiada —dijo Shelly, mirando seriamente hacia la escalera.
—Ni que lo digas. Creo que esta vez Colt batió todos los récords —respondió Poco, sacudiendo la cabeza.
—No sean exagerados —se escuchó una voz desde las escaleras, acercándose a sus dos amigos—. Tampoco me he demorado tanto, apenas son las ocho —dijo Colt, acomodándose el reloj en su brazo izquierdo.
—Sí, Colt, tres putas horas —dijo Shelly, seria y sin paciencia.
—Solo dos, la primera me quedé dormido —sonrió mientras poco a poco bajaba las escaleras. Aquel joven pelirrojo llevaba una camisa rojo oscuro, pantalones holgados y zapatillas blancas, además de unos audífonos en el cuello—. ¿Qué tal, me veo bien? —preguntó, alzando una ceja.
—Te ves bien, Colt —contestó Poco amablemente.
—Eh, sí, supongo —habló Shelly, apartando la mirada—. Oye, ¿en serio te demoraste solo por eso? —le preguntó, cruzándose de brazos.
—Eh, no... también estuve arreglando mi cabello, y bueno, ya sabes, tengo que mantener mi buen aspecto facial —dijo Colt, sonriendo como si fuera evidente.
—Ahora que te veo bien, no hay nada mío en ti, además de la camisa —comentó Poco, mirándolo de arriba a abajo—. No creo que haya sido necesario desordenar mi habitación.
