Narradora
Aiko llegó a la academia con el viento soplando suavemente, su cabello negro ondeando a su paso. No era inusual que, en las mañanas, hubiera un grupo de periodistas esperando en la entrada, ansiosos por capturar cualquier declaración sobre el gran All Might, el héroe número uno y símbolo de la paz. Sin embargo, hoy, Aiko no estaba de humor para las preguntas de los medios.
-¡Tu la pelinegra! ¿Puedes decirnos algo sobre la relación de All Might con los nuevos estudiantes?- gritó uno de los periodistas, sosteniendo su micrófono como si fuera un estandarte.
Aiko se detuvo, girando sobre sus talones con una expresión entre divertida y exasperada.
-¿Y qué esperas que diga? ¿Que es un viejito que da clases de entrenamiento y se pasa el día sonriendo? No sé, ¡quizás le gustan las tortitas!"
Las risas de sus compañeros se mezclaron con murmullos de sorpresa de los periodistas. Ella se sentía impulsiva y decidida a no dejar que nadie la intimidara.
-Perdona, eso no es lo que buscamos,- dijo otro periodista, tratando de recuperar el control de la situación. -¿Tienes alguna opinión sobre su estilo de enseñanza?-
-¿Estilo de enseñanza?,- respondió Aiko, levantando una ceja. -¡Mira, no es un maestro de yoga! Si te gusta que te griten y te hagan sudar, entonces sí, es perfecto. Pero si buscas un curso de relajación, mejor ve a un spa.
Los periodistas intercambiaron miradas, sorprendidos por su falta de respeto. Aiko no se preocupaba por ser considerada "diplomática". Se giró para marcharse, pero no antes de lanzar una última frase:
-¡Sigan buscando noticias, chicos! Pero no esperen que yo les diga que All Might es el mejor porque todos lo saben. ¿No hay algo más interesante de lo que hablar? ¡Como qué tipo de café toma por la mañana!
Con una risa sarcástica, Aiko se alejó, dejando a los periodistas boquiabiertos y sin palabras. Ella sabía que había suficiente drama y emoción en la academia sin necesidad de hablar sobre el héroe más famoso del país.
Aiko Montserrat
Tras mi fantastica interacion con los medios me dirigí a la clase donde me sente y comence a prestar anteción a las diferentes explicacionas hasta la hora de la comida
Me acerqué al baño, agobiada, el deseo de fumar apoderándose de mí con más fuerza que nunca. Pero, claro, no podía salir a hacerlo. Miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie me viera, y fue entonces cuando vi a Mina pasar por el pasillo. Tenía esa sonrisa de siempre, como si la vida fuera una fiesta, pero sabía que también tenía su lado rebelde, el tipo de chica que podría entender perfectamente mi necesidad de desconectar por unos minutos.
Le hice un gesto con la mano, esperando que se acercara.
—Oye, Mina, ¿te apetece fumar? —le dije, con una sonrisa ladeada mientras sacaba el vaper de mi bolso. Sabía que ella no era la típica persona que se escandalizaba por estas cosas.
Mina me miró un momento, y su expresión cambió por un segundo, como si estuviera pensando si lo haría o no, pero después su cara se relajó, y con una risa traviesa, se acercó.
—¿Aquí, en el baño? —preguntó, levantando una ceja, pero sin duda con algo de emoción en la voz.
—¿Por qué no? —respondí, encogiéndome de hombros—. Total, nadie más tiene que saberlo. Además, no puedo salir, y no estoy dispuesta a aguantar este estrés sin algo de relax.
Nos metimos en el baño, y una vez dentro, me aseguré de que la puerta estuviera bien cerrada. De un solo movimiento, encendí el vaper y exhalé una nube densa de vapor.