Querido omega [Finalizada]

Capítulo nueve

Sus ojos comenzaban a abrirse de manera cuidadosa pero lenta, intentando acostumbrarse a la luz.

—¡Por Dios, Loid!, ¡Despertaste! — la beta lo miró severamente alarmada para después llamar a un médico. Estaba confundido, ¿Qué había pasado?, ¿En dónde estaba?

—¿Qué...?, ¿Qué pasó? — se frotó algo fuerte sus ojos con sus manos intentando despertarse del todo.

—Lamento informarle esto, pero...tuvo un aborto a causa de un muy severo golpe en su vientre...— desvío de manera lenta su mirada hacía la mujer. El omega quedó pálido en segundos luego de escuchar eso.

—¿A-Aborto?, ¿A-Acaso yo...? — un nudo se formó en su garganta y sus ojos comenzaron a arder demasiado.

—Loid...¿No lo sabías? — el rubio negó rápidamente, sintiendo todo su cuerpo temblar y su omega interior querer tomar el control de la situación.

—Yuri...p-por favor...— miró a Sylvia casi suplicandole con la mirada, quería ver al alfa, necesitaba verlo, lo quería a su lado.

—¿Estás seguro?

—¡Llama a Yuri! — gritó demasiado alterado mientras sus feromonas comenzaban a expandirse por toda la habitación.

La beta sacó su celular para teclear el número y casi a los minutos el azabache llegó corriendo sin casi entender la situación.

—¿Qué sucedió? — preguntó intentando recuperar su aliento una ves que abrió la puerta de golpe. Su instinto se alteró cuando notó a su esposo en la camilla llorando, no dudó en acercarse y rodearlo con su aroma.

—El señor Forger...sufrió de un aborto...— tendría que inventar algo en ese momento, ya que también formaba parte de ese equipo por la investigación y prácticamente el alfa no debería saber nada sobre como fue la situación.

—¿Loid...? — por un lado se sentía completamente estúpido por no darse cuenta de eso, todo ahora le resultaba tener sentido, por otro lado, se sentía frustrado por no haberlo protegido.

—Quiero irme a casa...— sujetó el brazo con fuerza del ojirubi y él simplemente logró asentir ante esa petición. Buscó las prendas del contrario para después dárselas y no decir nada más.

El silencio en el trascurso de la ida hacia su hogar fue algo incómodo. Se notaba que apenas lograban procesar todo lo que había pasado.

—Hey...¿Quieres comer? — preguntó un poco en duda mientras miraba al más bajo quien parecía estar observando algún punto fijo.

—No — respondió casi de inmediato para después irse a encerrar en su habitación.

—¿Qué le sucede a papá?

—¡Anya!, ¿Qué haces aquí?, ¿Acaso tu tía no vino por ti...?

—¿Mi tia...?, no.

—Esa mujer...— gruñó irritado para después sacar su celular y llamar a su hermana. No quería que su hija se preocupara por el asunto, pero ahora debería buscar alguna excusa para decirle.

Yor llegó a los pocos minutos, le pidió que la llevara con ella unos días y que luego lo explicaría mejor la situación, ya que no era un buen momento.

Una ves se fueron, se dirigió hasta la habitación de su esposo, entrando de manera despacio sin querer hacer ruido. Encontrandolo en un bulto en la cama con las sábanas, completamente oculto.

—Loid...¿Cómo te sientes?

—No lo sé...¿Cómo debería sentirme?, ni siquiera sabía que estaba embarazado y me entero el mismo día que muere...

—¿Sabes que significa eso?

—¿De qué hablas?

—Que puedo embarazarte cuando quiero porque se que resultará — sonrió orgulloso de si mismo aunque después sintió un fuerte golpe en su estómago.

—¡Maldito pervertido!, ¡¿Es qué acaso eres imbecil?! — salió de su escondite mientras le gritaba cualquier cosa que se le pasara por la cabeza. Aunque después quedó callado al verlo sonreír.

—Podré llenarte de hermosos cachorros...

—Idiota — ni siquiera logró volverse a ocultar ya que Yuri se lo impidió completamente para comenzar a besar toda su cara.

Los días de a poco habían comenzado a volver a la normalidad. El azabache intentó mantener entretenido a su omega para que no pensara demasiadas las cosas.

—¡Pa, pa! — Anya corría por alrededor de la habitación mientras el alfa se dedicaba a acomodar la cama de su esposo.

—¿Qué sucede?

—¡Mango!

—¿Quieres mango?

—¡Papá huele a mango!

—¡Oh, si!, ¿Verdad que su olor es muy delicioso?

—¡Sí!, ¡Mango!

—¿Por qué gritan? — apareció el omega un poco somnoliento porque se había quedado dormido sobre el sofá mientras revisaba unos archivos.

—¡Mango!

—Anya ya puede distinguir tus feromonas — Loid alzó a la menor míentras sonreía ligeramente.

Los murmullos en su oficina no tardaron demasiado en llegar, lo que realmente le fastidió demasiado. Tener que lidiar con esa clase de cosas solía irritarlo bastante.

—Hey, ¿Pueden callarse? — sus feromonas no dudaron es mostrarse amenazantes mientras de acercaba a sus dos colegas con una mueca.

—Loid, ¿Cómo has estado? — Frankie lo miró mientras agarraba los archivos que el omega le daba.

—No te interesa, ¿Tienen algo para mi?

—Por el momento solo estamos haciendo papeleo. No se a mostrado nada desde la última ves. Creemos que están siendo más cuidadosos que antes — comentó no tam convencida sobre eso. Loid sintió su celular vibrar, decidió sacarlo de su bolsillo para mirarlo y su mala cara no dudó en aparecer.

—¿Sucede algo?

—Comprenle un puto juguete sexual a Yuri. Estoy cansado. — pidió dando media vuelta y yéndose a su oficina nuevamente.

—¿Lo ha dicho en serio?

—Creo que si...hazte cargo.

—¿Por qué yo?

—Eres hombre, deberías saber de buenos modelos — se burló con una ligera sonrisa para también irse de allí.

El omega cuando llegó a su casa, había notado todo muy silencioso. Normalmente Anya y Yuri solían jugar a esa hora, por eso le resultó extraño el ambiente. Prendió la luz de la cocina ya que se encontraba prendida y por un momento creyó que le daría un infarto.

—¡Feliz cumpleaños! — gritaron los dos alfas junto con su pequeña hija. Suspiró intentando recuperar el aliento y sonrió ante eso, hasta él había olvidado su propio cumpleaños, ya que ni siquiera solía festejarlo.

Ahora que lo pensaba, ya tenía 32 años...el tiempo pasaba realmente rápido cuando se descuidaba.