Capítulo diecinueve

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El silencio invadía por algunas partes de aquel lugar. Aunque en la parte baja o subterránea se lograban escuchar gritos, golpes y las feromonas de cualquier jerarquía lograban sentirse.

—Lleva ahí dos días — uno de los agentes se había dirigido a su jefe con un semblante completamente neutral.

—El teniente Briar se lo a buscado. No hacía falta atacarnos en ese momento — se quejó mientras se masajeaba un poco su entrecejo algo cansado.

—Es su omega, ¿Cómo quieres que reaccione? — declaró algo molesto ante esa situación. Porque por su parte no sabía muy bien de que lado ponerse.

—Ya veremos si sigue pensando igual, ¿Recuerdas los experimentos con esos mocosos?

—Eso creo. Fue hace años de igual manera, ¿Qué tiene que ver?

—Será gracioso cuando lo descubras también — comenzó a caminar y fue seguido por el otro alfa, bajaron las escaleras para ir a aquella parte oscura de ese escalofriante lugar y dirigirse hacía una parte completamente reforzada de metal para que nadie pudiera abrir sin usar un código.

Al entrar a esa habitación se sentía el fuerte aroma del único alfa que se encontraba allí, los gruñidos se hicieron más auditivos que antes.

¿Qué mierda quieren? — se levantó de la camilla donde estaba sentado con anterioridad, poniéndose en posición de ataque, preparándose para volver a atacarlos si hacía falta.

—No vinimos a pelear. Ya le dislocaste el brazo a uno de tus superiores. Pero no te preocupes, no estará en tu expediente — comentó en completamente tranquilidad como si no estuviera siendo amenazado en ese momento.

Habla de una ves o lárgate. Porque juro que el siguiente serás tú — sus colmillos estaban a la vista, estando alerta ante cualquier palabra o movimiento extraño.

—Supongo que conoces a la perfección al experimento 007 — notó rápidamente la confusión en el azabache, así que abrió un informe que había traido consigo y se lo mostró, dejándolo en la pequeña mesa de la habitación.

—¿Qué? — leyó una y otra, y otra ves la misma información que se encontraban en aquellos papales, no podía ser posible.

—Registramos tu casa y no la encontramos, ¿Qué tal si nos dices dónde está? — aún mantenía su mirada fija en el alfa quien claramente se notaba que procesaba de manera lenta la información —Tu omega es un mentiroso. Mira hasta donde ha llegado, admitelo, tu vida es un fraude. Si te tranquilizaras te dejaríamos libre y te daríamos hermosos omeg...— el ojirubi se lanzó rápidamente sobre su superior comenzando a golpearlo mientras el otro alfa intentaba quitarlo de encima aunque se resistiera.

—¡Guardias! — gritó el alfa que intentaba quitar a Yuri y que dejara de golpear a su jefe, luego de eso lo cedaron —¿Qué haremos con el espía?

—Vuelvan a apuñarlo para que hable. Tiene dos opciones, morir o decirnos todo lo que sabe. También busquen a la niña, la necesitaremos si hay que llegar a otro extremo — el contrario asintió ante esa orden para abandonar ese lugar y subir un nivel donde allí se encontraría el omega.

La puerta metálica se abrió lentamente, la parte de abajo se arrastraba contra el suelo. Aquella habitación estaba helada y apenas se lograba escuchar la única respiración que había allí.

—Twilight — el nombrado dirigió su mirada hacía quien había hablado, aunque después la desvío sin expresión alguna. Su rostro se encontraba la mayor parte destrozado con moretones y algo de sangre, sus muñecas dolían y estaban apretas por las fuertes cadenas y su abdomen se mostraba húmedo por tanta sangre que había estado perdiendo.

—¿Has venido a...quejarte sobre...Yuri? — se burló aunque su respiración estaba entrecortada y sentía su pecho subir y bajar con fuerza intentando obtener oxígeno.

—Él ya se a informado sobre tu hija — escuchó un suspiro agotador luego de haber comentado eso y sintió la penetrante mirada del contrario.

—En algún momento...iba a hacerlo.

—¿Por qué no nos dices dónde está?, aunque Briar en cualquier momento lo hará — sacó una navaja de su bolsillo para acarcarse al rubio quien se mantenía inmóvil en el suelo.

—Nunca...la encontrarán... — era lo único que lograba pensar en ese momento, sentía miedo por su hija, sobre que algo le pasara si llegaban a encontrarla. Rezaria a quién sea para que Yor la cuidara hasta con su propia vida.

—Compórtate como un buen omega, Twilight. Ya no tienes a nadie — se acercó aún más al ojiverde para arrodillarse y comenzar a hundir la navaja en su abdomen lentamente —Los agentes a quiénes les tenías confianza te vendieron. Tu alfa te mintió, ocultando que trabajaba para el otro bando y tu hija es un experimento de nuestra nación — terminó de enterrar la navaja para después sacarla y volverla a meter rápidamente. Los quejidos de dolor se hicieron claramente presentes en el omega.

—¿Y qué?...mi objetivo siempre fue...proteger a mi familia...y si no puedo...proteger a mi alfa...protegeré a mi hija — escupió algunas gotas de sangre mientras su camisa se volvía a llenar de sangre.

El alfa que estaba allí suspiro lentamente para después sujetar con fuerza el rostro del omega haciendo que lo mirará directamente.

—¿Sabes lo que le pasa a un omega como tú cuando tiene dos marcas al mismo tiempo en su cuello? — Loid de quedó helado inmediatamente, esperando que no sea lo que estuviera pensando —Será mejor que comiences a hablar o serás considerado un fenómeno hasta por tu propio alfa — una leve risa se escuchó por parte del rubio, el agente lo miró algo desconcertado al no entender el motivo de esa risa.

—¿Crees que me importa...?, me da igual...si soy un maldito pedazo de mierda...para esta sociedad. Se cuál...es mi deber...y me cortaré el maldito cuello...si alguien se atreve a morderme...

—¿Te cortarias tu propio cuello? — acercó la navaja al cuello cerca de la marca del omega para que el filo rozara con su piel.

—Matame...y juro...que te arrastrare conmigo al maldito infierno...— sonrió débilmente mostrando por su parte más tensión en esas cuatro paredes. El contrario lo soltó de manera brusca para guardar la navaja, sintiendo un fuerte escalofrío envolver su cuerpo, salió de la habitación sin decir nada más.

El rubio quedó mirando a la nada, completamente sumido en sus pensamientos, debía mantenerse consiente y no desmayarse, no moriría de tal forma. Dobló sus piernas para que sus rodillas chocarán contra su pecho y exhalo intentando aguantar cualquier lágrima que quisiera salir de sus ojos para no mostrar debilidad.

No podía pensar en otra cosa que no fuera una que otra duda surgida en su cabeza, ¿Cómo terminó de tal forma?

Dudaba demasiado que los otros agentes lo hayan vendido de esa manera sin decir nada. Eran betas a fin de cuentas y no podía oler si estaban ocultando algo.

¿Qué clase de final le esperaba?, se negaría hasta dejar de respirar si hacía falta, no pensaba dar ninguna clase de información.

Para eso fue entrenado.

Querido omega [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora