𝐏𝐑𝐄𝐅𝐀𝐂𝐈𝐎

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This is it, the apocalypse, ooh
I'm waking up
I feel it in my bones
Enough to make my system blow
Welcome to the new age, to the new age
Welcome to the new age, to the new age

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El caos llegó sin previo aviso, como una tormenta que nadie había previsto; "La Llamarada". El mundo que una vez conocimos comenzó a desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos. Junto con ella, un virus. Primero fueron los rumores, después las imágenes aterradoras, no solo de ciudades enteras cayendo, también de la cantidad masiva de personas infectadas, el virus destruyendo las mentes de los infectados y sumiendo a la humanidad en un espiral de locura y destrucción.

La desesperación creció cuando se supo que no había cura. Los gobiernos cayeron, la civilización se tambaleó, y el miedo se apoderó de cada rincón de la Tierra. El mundo ardía, mientras las mentes más brillantes intentaban frenéticamente salvar lo que quedaba de la humanidad.

Observaba junto a mi hermano a mis padres hablando de "Las ciudades flotantes", un sueño imposible hecho realidad. Era la culminación de todo por lo que habían trabajado, aunque en aquel entonces estaba pensado como un destino de lujo, un escape para aquellos que podían permitírselo. Todo cambió inesperadamente. Las ciudades flotantes ya no serían solo para personas adineradas, sino para todos aquellos que pudieran ser salvados.

Crearon un campo de fuerza avanzado que no dejaba pasar el aire del exterior y tampoco la radiación del sol. Actuaba como una barrera invisible que nos mantenía ocultos del mundo y tenía su propio sistema de oxigenación. Las nubes se extendían como una manta infinita, ocultando las ruinas de un mundo que ya no tenía lugar para nosotros. Pero detrás de todo eso, había una verdad mucho más siniestra, una que tendría que descubrir.

Mis primeros recuerdos de las ciudades flotantes son difusos, como si hubieran sido envueltos por un velo de nostalgia y temor. Mi madre, solía hablarme a mí y a mi hermano mientras observábamos el horizonte desde el ventanal de nuestro hogar. Nos decía que algún día entenderíamos por qué era tan importante lo que ellos hacían. "Estamos salvando al mundo mis niños" repetía una y otra vez. Y yo, sin comprender del todo solamente asentía, era mi hermano que hacía muchas preguntas lleno de curiosidad.

La construcción de las ciudades no fue fácil. Escuché cómo mis padres discutían en las noches, planeando cada detalle. Los cimientos de las estructuras debían soportar no solo el peso de los edificios, sino también las esperanzas de miles de personas que buscaban un lugar seguro. Los motores de antigravedad, diseñados por mi padre y su equipo de ingenieros, eran una maravilla tecnológica, algo que la humanidad nunca antes había visto. Cada ciudad era una fortaleza flotante, inmune al caos que reinaba abajo.

𝐇𝐢𝐦 𝐀𝐧𝐝 𝐈 || NewtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora