Cap. 30

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"Eres mía y solo mía"

"Eres mía y solo mía"

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POV FREEN

Doy unos sorbos a la copa mientras observo a Becky mirar por la ventana cómo se aleja la tierra firme.

Lleva unos vaqueros conjuntados con un jersey azul de lana y unas gruesas botas de piel negras; creo que se llaman Uggs. A pesar del horrible calzado, sigue siendo muy sexy, aunque prefiero verla enfundada en un vestido veraniego, ya que así podría ver su suave piel brillar al sol.

Por su expresión de tranquilidad, me pregunto qué estará pensando, si se arrepiente de algo.
No debería. Me la hubiera llevado conmigo sí o sí. Como si notara mi mirada en la nuca, se gira hacia mí.

—¿Cómo supieron de mí? —pregunta en voz baja—. Me refiero a los hombres que me secuestraron. ¿Cómo sabían de mi existencia?
Me pongo tensa al oír la pregunta. Mi mente recrea esas horas previas e infernales al ataque en la clínica y, por un momento, vuelvo a ser presa de esa mezcla inestable de furia abrasadora y miedo paralizante.

Ella podría haber muerto. De hecho, habría muerto si no la hubiera encontrado justo a tiempo. Incluso si les hubiera dado lo que querían, la hubieran matado con tal de castigarme por no haber cedido a sus peticiones antes. La hubiera perdido igual que perdí a Mersedes. Igual que ambas perdimos a Nam.

—Debió ser la auxiliar de enfermería de la clínica quien te delató. — Mi voz sale con un tono frío y distante mientras coloco la copa de champán en la bandeja—. Angela. Seguro que estaba en nómina de Al- Quadar.
A Becky le brillan los ojos con intensidad.
—Qué zorra— susurra. Percibo dolor e ira en su voz. También noto cómo le tiemblan las manos al dejar la copa sobre la mesa—. Puta zorra.
Asiento para intentar controlar mi propia ira cuando las imágenes del vídeo que me mandó Majid me empiezan a rondar por la cabeza. Torturaron a Nam antes de matarla. La hicieron sufrir. Nam sufrió toda la vida desde que el cabrón de su padre la vendiera a un prostíbulo en la frontera de México a la edad de trece años. Había sido una de las pocas personas de las que jamás había puesto en duda su lealtad.
La hicieron sufrir... ahora me toca a mí hacerlos sufrir el doble.
—¿Dónde está ahora? —La pregunta de Becky me despierta de mi agradable ensimismamiento; me imagino ahorcando a cada uno de los miembros de Al-Quadar. Cuando la miro extrañado, ella aclara—. Angela.

Sonrío por su pregunta ingenua.

—No tienes que preocuparte por ella, mi Beck. Angela quedó reducida a cenizas, que están esparcidas en el césped de la clínica en Tailandia.

—Pagó por su traición.

Becky traga saliva. Sé que entiende a la perfección a qué me refiero. No es la misma chica que conocí en un club de Chicago. Veo las ojeras que esconden sus ojos y de las que sé que soy responsable. A pesar de todos mis esfuerzos de protegerla en la isla, la fealdad de mi mundo ha acabado destruyendo su inocencia.

Rosas y cenizas [freenbecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora