8: Sin privacidad

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Roxellane

Creo que esto es lo más tonto que he hecho en toda mi vida y mi enemigo mortal me lo confirma. La puerta de la habitación se abre, entonces veo los zapatos de Troyen entrar. Creo que el apodo que me puso Zijo cuadra muy bien conmigo.

Estúpida.

―Si sabes que huelo tu carne, ¿verdad? ―acota mi captor―. Aunque te escondieras en un hueco perfectamente ubicado, te encontraría. Sobre todo, porque mi olfato es mejor que el de cualquier demonio. Ya muévete de ahí.

Suspiro, entonces me arrastro para salir de debajo de la cama. Mira todos mis movimientos cuando lo hago. Una vez que me desplazo por completo me levanto, entonces me encuentro en frente de él.

―¿Por qué no estás durmiendo? ―cuestiona cuando solo me quedo mirándolo fijo, sin decir ni una sola palabra, luego frunce el ceño―. Contesta ―exige.

―¿No percibes los pensamientos? ―Trago saliva.

―Los tuyos, cada vez menos, supongo que avanzas en tu transformación. ―Camina y me esquiva, quitándose la capa. La apoya en un perchero. Yo lo sigo con la mirada, despacio. Me sobresalto cuando se da la vuelta abruptamente a observarme―. ¿No vas a responderme?

―Yo... no iba a dormir, pensando que te quedarías aquí.

Sonríe.

―Ah, cierto. ―Asiente―. Es verdad.

―¿Estoy equivocada? ―Mis labios tiemblan―. ¿Especulé cosas?

Se ríe.

―Tienes razón, hay mucho sentido en lo que dices, es habitual que una pareja duerma junta, no estás errada. Perdóname, olvidé por completo mi empatía, en ningún momento analicé tus pensamientos sobre mí.

―No te ves muy afligido. ―Refunfuño.

―No lo estoy, me burlaba.

―Lo entendí a la primera, yo me quejaba ―aclaro.

Enarca una ceja.

―Y bien, ¿vamos a seguir aquí parados o vamos a dormir?

―¿No te puedes ir a la otra habitación?

―Eso sería muy raro, luego de mi aclaración de hoy.

―Quedó demostrado que a ellos no les importa, te obedecerán igual ―le recuerdo. Me sobresalto cuando se aproxima y toma un mechón de mis cabellos negros―. ¿Qué pretendes? ―Retrocedo, pero me agarra de la cintura.

―Tengo que ser consistente con lo que digo. Si estoy contando que eres mi mujer y luego te abandono a tu suerte, entonces mi palabra no valdrá nada. Comprende que este es un lugar lleno de demonios, pueden tomar cualquier oportunidad. ―Se aproxima a mi boca, entonces siento su respiración―. No olvides que eres como una joya invaluable y que en tu estado vulnerable sirves para que alguien suba o se mantenga en su rango en este clan.

―Yo no... ―Posa su dedo en mi boca, así que me callo.

―No tengas miedo, no te haré daño. ―Me estremezco cuando mueve su cara a mi cuello―. Hueles horrible ―comenta, entonces se aleja.

El alivio llega hasta mí, entonces suspiro.

―Gracias al cielo.

―Al infierno ―me corrige, entonces señala la estatuilla―. No olvides que eso le cambió el gusto a tu carne.

Jerarquías y demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora