Cap. 31

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"Quiero que todos sepan que eres mía"

"Quiero que todos sepan que eres mía"

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POV BECKY

Debo haberme quedado dormida en brazos de Freen porque me despierto cuando el avión comienza a descender. Abro los ojos y miro a mi alrededor; estoy irritada y dolorida por las relaciones que acabamos de mantener.

Había olvidado cómo era hacerlo con Freen, esa catarsis de dolor y éxtasis. Me siento vacía y excitada al mismo tiempo, exhausta pero fortalecida por el torbellino de sensaciones.

Me siento con cuidado y me estremezco cuando las sábanas entran en contacto con mi trasero magullado. Ha sido una de las sesiones de azotes más intensas; no me sorprendería que los moretones no desaparecieran hasta dentro de un tiempo. Al echar un vistazo a la habitación veo una puerta que supongo da al baño. Freen no está en la habitación, así que me levanto y voy porque tengo que asearme.
Para mi sorpresa, en el baño hay una pequeña ducha, así como un cuarto de baño y un retrete. Con todas estas comodidades, el jet de Freen parece más bien un hotel volador en lugar de un simple avión comercial como en los que he volado. Incluso hay un cepillo de dientes envuelto en un plástico, pasta de dientes y enjuague bucal en un pequeño estante en la pared. Utilizo las tres cosas y me doy una ducha rápida. Así, sintiéndome infinitamente más refrescada, vuelvo a la habitación para vestirme.

Cuando entro en la cabina principal, veo a Freen sentada en el sofá con un portátil abierto en la mesa frente a ella. Lleva la camisa remangada, y tiene el ceño fruncido: está concentrada. Está seria y tan terriblemente guapa que me quedo sin aliento durante un momento.
Como si notara mi presencia, levanta la vista. Le brillan esos ojos marrones.

—¿Cómo estás, mi Beck? —pregunta, con voz baja y cercana, y siento como el rubor se me extiende por todo el cuerpo como respuesta.

—Bien. —No sé qué más decir. «Me duele el culo por los azotes, pero no pasa nada porque me has entrenado bien para que lo disfrutara». Sí, ¡claro!

Esboza una sonrisa.

—Bien. Me alegra oírlo. Estaba a punto de ir a buscarte. Deberías volver a tu asiento, estamos a punto de aterrizar.

—Vale. —Intento no estremecerme del dolor causado por el simple hecho de sentarme. Lo tengo claro: los moretones me van a durar días.
Me ato, miro por la ventana, curiosa por ver el destino. Cuando el avión surca el manto de nubes, veo una gran ciudad que se extiende debajo, con inminentes montañas en la periferia.

—¿Qué ciudad es esta? —pregunto, volviéndome hacia Freen.

—Bogotá —responde, cerrando su portátil. Lo coge y se acerca para sentarse a mi lado—. Estaremos allí solo unas horas.

—¿Tienes negocios allí?

—Sí, más o menos. —Parece que se divierte un poco —. Me gustaría hacer una cosa antes de volar a la finca.

Rosas y cenizas [freenbecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora